Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Efe. 6:10.
El futuro está delante de nosotros y ocurrirán hechos imprevistos que cambiarán el estado actual de las cosas del mundo. La lujuria y la codicia están luchando para lograr la supremacía. Se ejercerán opresión y odio con propósitos destructivos. Inspirados por un poder maligno, los instrumentos de Satanás obrarán activamente para cumplir su voluntad. "Los impíos procederán impíamente,
y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán" (Dan. 12:10). Cada alma verdaderamente convertida se revestirá con toda la armadura de Dios y enfrentará con bravura al enemigo invisible. Los siervos de Dios comprenderán la necesidad de participar de la naturaleza divina. . .
Vivimos en tiempos de peligro. Nuestra única seguridad está en caminar en las huellas de Cristo y llevar su yugo. Tiempos turbulentos están delante de nosotros. En muchos casos los amigos se enemistarán. Sin causa alguna, los hombres llegarán a ser nuestros enemigos. Los motivos del pueblo de Dios serán tergiversados no solamente por el mundo, sino también por sus propios hermanos, Los siervos del Señor serán colocados en situaciones difíciles. A fin de justificar la conducta egoísta e injusta de los hombres, se hará una montaña de una insignificancia.
La obra que los hombres han hecho fielmente será desacreditada y desestimada, debido a que sus esfuerzos no son acompañados por una aparente prosperidad. Por medio de tergiversaciones estos hombres serán vestidos con los oscuros ropajes de la deshonestidad debido a que circunstancias que están más allá de su control, confundieron su obra. Se los señalará como hombres en quienes no se puede confiar. Y esto lo harán los miembros de la iglesia. Los siervos de Dios deben armarse con la mente de Cristo. No deben esperar que escaparán del insulto y la tergiversación. Se los tildará de excéntricos y fanáticos. Pero nadie debe desanimarse. La mano de Dios está sobre el timón de su providencia, guiando su obra para la gloria de su nombre.
Dios exhorta a su pueblo a ser una brillante luz en el mundo; una luz que brille en medio de las tinieblas del pecado. Tiene su recompensa vivir la vida del Dador de la vida. El anduvo haciendo bienes. Esto es lo que hará todo verdadero seguidor de Cristo, imbuido de un sentido sagrado de lealtad a Dios y de deber hacia sus prójimos. Mediante el conocimiento de la verdad tal como es en Jesús, los cristianos deben crecer en gracia, acercándose constantemente a la perfección del carácter. (Manuscrito 75, del 12 de junio de 1902, "La firma del convenio").
Alza tus Ojos de E. G. de White
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