lunes, 13 de febrero de 2012

171. “DIOS NOS AYUDA A CUMPLIR SU VOLUNTAD”


Ocupaos de vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros 
produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. Fil. 2:12,13.

Hablen de las bendiciones de Dios. Introduzcamos en nuestras vidas toda la afabilidad posible. Cuando otros comiencen a cuestionar y criticar, determinémonos, sea mediante el silencio o haciendo girar la conversación a otro tema, aplica un corte a las palabras que no serían dichas con sabiduría. Necesitamos continuar esperando en el Señor mediante la oración y súplicas humildes, esforzándonos para guardar la puerta de nuestros labios a fin de no pronunciar ninguna palabra necia con sabor a incredulidad.

Debemos hablar con fe, practicando las mismas cosas que pedimos al Señor que podamos hacer por su gracia. De esta manera obramos nuestra propia salvación, tratando de ayudar y salvar, mediante palabras fieles y hechos amables, a aquellos que se encuentran en problemas. Es Dios el que produce en nosotros así el querer como el hacer por su buena voluntad. Lo finito y lo infinito debe unirse para realizar la obra que necesita ser hecha. Dios se ha comprometido a proporcionarnos fortaleza, ánimo, afabilidad y gozo en nuestro Salvador. Cuando permanecemos en El, la palabra que arrojaría sombras sobre otros, no se dice.

Recordemos que cada uno tiene algún punto oscuro en su experiencia. Hagamos todo lo que podamos para llevar ánimo y esperanza a las vidas de demás. ¡Qué bendición será esto! 
 Ellos a su vez, hablarán palabras de ánimo a otros a fin de que la luz brille en sus corazones. Al hacer esta obra llegaremos a comprender que el Señor escucha nuestras oraciones porque obramos en armonía con ellas, cumpliendo todo deber para con Dios y para con nosotros mismos. Debemos hacer nuestra obra con una actitud mental de agradecimiento y de oración. Pero por fe podemos reclamar el cumplimiento de la promesa: "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis" (Mat 7:7). 

Sí, encontraremos la respuesta a nuestras oraciones, porque Dios obrará en forma extraordinariamente abundante, por encima de nuestras mayores expectativas. ¡Qué testimonio precioso daremos entonces de Dios! ¡Qué honor haremos a la verdad de su Palabra! Estaremos en condiciones de decir: "Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, y confiarán en Jehová. Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza, y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira" (Sal. 40:1-4).
 (Carta 87, del 20 de junio de 1900, dirigida a Edson y Emma White).
Alza tus Ojos de E. G. de White

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