Pues para
esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos
ejemplo, para que sigáis sus pisadas. 1 Ped. 2:21.
Lección…
de Hebreos dos
Existe el
peligro de que perdamos mucho en nuestra experiencia espiritual porque pasamos
por alto las palabras que Dios nos dirige.
El habla a
un corazón, y a otro, y ellos oyen estas palabras y luego las consideran como
cosas comunes, y no impresionan la mente. Dios quiere que las palabras hallen
cabida en cada corazón.
"Porque
si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y
desobediencia recibió justa retribución, ¿Cómo Escaparemos Nosotros, Si
Descuidamos Una Salvación Tan Grande? La cual, habiendo sido anunciada
primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron" (Heb.
2:2,3).
Aquí se nos presenta la importancia de nuestras palabras.
Dios quiere que nos comuniquemos.
Tengamos
llena la tesorería del corazón, llena de las preciosas palabras de las
Escrituras. Compartámoslas; es el precioso mensaje de Dios para otros. . .
Muchos
Hablan Y Actúan Como Si Estuvieran Avergonzados De Cristo. No piensan en El, y
no se lo presentan a sus amigos. No viven para glorificarlo; se avergüenzan de
Jesús, ¡que tomó la humanidad para que ellos tuvieran vida!...
Usted No
Puede Hacer La Obra De Otro. Cada uno tiene su temperamento peculiar... No
debemos esperar que todos caminen en nuestras pisadas, sino en las pisadas de
nuestro abnegado Redentor.
Tomemos su cruz y sigámoslo. Él es nuestro Guía. Son huellas perfectas:
El las dejó.
Estamos seguros al seguir a Cristo.
Pero
cuando tratamos de que todos sigan a algún otro es cuando cometemos un error,
es allí donde aparecen nuestras diferencias; pero nunca deberíamos tener
diferencias. Debemos creer que los demás son tan honestos frente a Dios como
nosotros.
"Porque
convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las
cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase
por aflicciones al autor de la salvación de ellos" (Heb. 2:10).
Debía
Comprender todo lo concerniente a la debilidad del hombre, y a la fuerza de las
tentaciones de Satanás.
Tomó la
humanidad sobre sí, y sobrellevó todas las tentaciones del demonio. Por Eso
sabe lo que cada hombre tiene que soportar.
Considere
la compasión de Cristo por el hombre. Sabe exactamente cómo nacieron. Conoce
las circunstancias que rodearon su niñez.
Usted no conoce qué tentaciones vinieron juntamente con el nacimiento de ellos. No conoce la condición de sus padres. No juzgue. El juicio corresponde al Hijo de Dios. Él es el que juzgará al mundo.
(Manuscrito 174, del 14 de noviembre de 1901,
"Lección matutina de Hebreos dos"). 331
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