Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando,
el interior no obstante se renueva de día en día. 2 Cor. 4: 16.
Hay un poder para el bien en el intelecto, si éste se conforma a la mente de Cristo y es santificado y controlado por el Espíritu de Dios. Pero el intelecto por sí solo no puede proporcionar idoneidad para el cielo ni capacitarnos para alcanzar la norma divina. Si el hombre ha de ser como Dios quiere que sea, debe tener un carácter puro y noble.
El derecho que se tiene de pretender ser hombre, está determinado por el uso que se haga del intelecto. Antes que un hombre pueda ser reconocido como colaborador con Dios, debe abandonar la confianza en sí mismo que demanda mucho y da poco. . .
Los seres humanos no tienen el derecho de pensar que hay un límite para los esfuerzos que han de hacer en reflejar la bondad y el amor de Dios en la obra de salvar almas? ¿Se cansó Cristo alguna vez en su obra de salvar almas? ¿Se apartó alguna vez de la senda de la abnegación y del sacrificio? Cuando los miembros de iglesia introduzcan en sus vidas la abnegación que Cristo manifestó en la suya, cuando ejerzan los esfuerzos continuos y perseverantes que El ejerció, no tendrán tiempo ni inclinación para introducir en su experiencia las hebras falsas que echen a perder el diseño. . .
Debemos vigilar, trabajar y orar, y no dar nunca ocasión para que el yo obtenga el dominio. Debemos estar listos, mediante la vigilancia y la oración, para lanzamos a la acción en obediencia al mandato del maestro. Dondequiera veamos que una tarea está esperando que se la haga, debemos tomarla y hacerla, contemplando constantemente a Jesús. La abnegación significa mucho. Significa negarse a los deseos naturales y a la disposición natural. Significa negarse a la inclinación a encontrar faltas y acusar. . .
Por amor a Cristo, velen y oren, y durante el año al cual acabamos de entrar, esfuércense para evitar toda palabra áspera. Resuelvan no hablar palabras que arrojen una sombra sobre la vida de otros. No se detengan a preguntar a quienes los rodean si aprecian sus esfuerzos abnegados. Abran las ventanas hacia el cielo. Piensen en Cristo, y traten de complacerle. . .
Satanás usará toda treta posible para asemejarlos a él y apartarlos de Aquel que dio su vida por ustedes. Mas los ángeles lucharán por lograr el dominio de sus vidas. Si no tienen toda la armadura de Dios, serán derrotados. ¿Ocurrirá esto con Uds., o firmarán el voto de que no serán intemperantes en palabras o en espíritu, y que mantendrán siempre el Modelo divino ante Uds.?
El apóstol no dio esta advertencia sin un propósito. Todos debiéramos sentir que es nuestro deber mantenemos en nuestro puesto vigilándonos a nosotros mismos, no sea que los instrumentos del mal, guerreando contra nosotros, tengan éxito en llevarnos a decir y hacer aquello que complazca al enemigo
(Carta 11, del 10 de enero de 1905, dirigida a los hermanos reunidos en concilio en Nashville). 23
(Alza tus Ojos de E. G. de White)
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