LOS HIJOS de Israel habían seguido las instrucciones dadas por Dios; y mientras el ángel de la muerte pasaba de casa en casa entre los egipcios, ellos estaban listos para el viaje esperando que el monarca rebelde y sus dignatarios les permitieran salir.
"Y aconteció que a la media noche Jehová hirió a todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sentaba sobre su trono hasta el primogénito del cautivo que estaba en la cárcel, y todo primogénito de los animales. Y se levantó aquella noche Faraón, él y todos sus siervos, y todos los egipcios; y hubo un gran clamor en Egipto, porque no había casa donde no hubiese un muerto. E hizo llamar a Moisés y a Aarón de noche, y les dijo: Salid de en medio de mi pueblo vosotros y los hijos de Israel, e id, servid a Jehová, como habéis dicho. Tomad también vuestras ovejas y vuestras vacas, como habéis dicho, e idos; y bendecidme también a mí. Y los egipcios apremiaban al pueblo, dándose prisa a echarlos de la tierra; porque decían: Todos somos muertos.
"Y llevó el pueblo su masa antes que se leudase, sus masas envueltas en sus sábanas sobre sus hombros. 124 E hicieron los hijos de Israel conforme al mandamiento de Moisés, pidiendo de los egipcios alhajas de plata, y de oro, y vestidos. Y Jehová dio gracia al pueblo delante de los egipcios, y les dieron cuanto pedían; así despojaron a los egipcios".
El Señor había revelado esto a Abrahán cerca de cuatrocientos años antes de su cumplimiento: "Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años. Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza"(Gén. 15: 13, 14).
"También subió con ellos grande multitud de toda clase de gentes, y ovejas, y muchísimo ganado". Los hijos de Israel salieron con sus posesiones, que no pertenecían a Faraón porque nunca se las habían vendido. Jacob y sus hijos llevaron sus ganados y rebaños con ellos cuando llegaron a Egipto. Los hijos de Israel se habían vuelto sumamente numerosos, y sus rebaños y su ganado habían aumentado mucho. Dios había castigado a los egipcios mediante las plagas que derramó sobre ellos, y los instó a que apuraran a su pueblo para que saliera de Egipto con todo lo que poseía.
"Y luego que Faraón dejó ir al pueblo, Dios no los llevó por el camino de la tierra de los filisteos, que estaba cerca, porque dijo Dios: Para que no se arrepienta el pueblo cuando vea la guerra, y se vuelva a Egipto. Mas hizo Dios que el pueblo rodease por el camino del desierto del Mar Rojo. Y subieron los hijos de Israel de Egipto armados. Tomó también consigo Moisés los huesos de José, el cual había juramentado a los hijos de Israel diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis subir mis huesos de aquí con vosotros. 125
La columna de fuego
"Y partieron de Sucot y acamparon en Etam, a la entrada del desierto. Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche. Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego".El Señor sabía que los filisteos se opondrían a que pasaran por su tierra. Dirían: "Huyeron de sus amos en Egipto", y les harían guerra. Por lo tanto, al enviarlos por el camino del mar, se reveló como un Dios compasivo y criterioso. El Altísimo informó a Moisés que Faraón los perseguiría, y los dirigió al lugar exacto donde deberían acampar ante el mar. Le dijo que sería honrado ante Faraón y todo su ejército.
Después que los hebreos estuvieron fuera de Egipto algunos días, los egipcios dijeron a Faraón que sus esclavos habían huido y que nunca más regresarían para servirlo. Y se lamentaron por haberles permitido salir de Egipto. Era una pérdida muy grande para ellos el no contar más con sus servicios, y se arrepintieron de haberles permitido salir. A pesar de todo lo que habían sufrido por los castigos de Dios, estaban tan endurecidos por causa de su permanente rebelión, que decidieron perseguir a los hijos de Israel para llevarlos a la fuerza nuevamente a Egipto. El rey encabezó un gran ejército y seiscientos carros y los persiguió, y los alcanzó cuando estaban acampados junto al mar.
"Y cuando Faraón se hubo acercado, los hijos de Israel alzaron sus ojos, y he aquí que los egipcios venían tras ellos; por lo que los hijos de Israel 126 temieron en gran manera, y clamaron a Jehová. Y dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto? ¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: Déjanos servir a los egipcios? Porque mejor nos fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto. Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos".
¡Cuán pronto perdieron los israelitas su confianza en Dios! Habían visto todos los castigos que lanzó sobre Egipto para convencer al rey de que dejara salir a Israel, pero cuando su confianza en Dios fue sometida a prueba murmuraron a pesar de que habían visto las evidencias de su poder en su maravillosa liberación. En vez de confiar en Dios en su momento de necesidad, murmuraron ante el fiel Moisés, recordándole las expresiones de incredulidad que habían formulado en Egipto. Lo acusaron de ser la causa de, todas sus dificultades. El los animó a confiar en Dios y a refrenar sus expresiones de incredulidad, y que vieran lo que el Señor haría en favor de ellos. Moisés oró fervientemente al Señor para que librara a su pueblo escogido.
Liberación en el Mar Rojo
"Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen. Y alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en 127 seco". Dios quería que Moisés comprendiera que obraría en favor de su pueblo, que la necesidad de éste sería su oportunidad. Cuando avanzaran tanto como fuera posible, debía instarlos a que prosiguieran; tenía que usar la vara que Dios le había dado para dividir las aguas."Y he aquí, yo endureceré el corazón de los egipcios para que los sigan; y yo me glorificaré en Faraón y en todo su ejército, en sus carros y en su caballería; y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando me glorifique en Faraón, en sus carros y en sus gentes de a caballo. Y el ángel de Dios que iba delante del campamento de Israel, se apartó e iba en pos de ellos; y asimismo la columna de nube que iba delante de ellos se apartó y se puso a sus espaldas, e iba entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel; y era nube y tinieblas para aquéllos, y alumbraba a Israel de noche, y en toda aquella noche nunca se acercaron los unos a los otros".
Los egipcios no podían ver a los hebreos, porque una nube de espesas tinieblas se extendía ante ellos, pero era plenamente luminosa para los israelitas. Así manifestó Dios su poder para probar a su pueblo, para ver si confiaba en él después de darle tales pruebas de su cuidado y su amor, y para reprender su incredulidad y su murmuración. "Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas. Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como un muro a su derecha y a su izquierda". Las aguas se elevaron y permanecieron a ambos lados, cual muros congelados, mientras Israel caminaba en medio del mar sobre tierra seca. 128
El ejército egipcio se vanaglorió toda la noche de que los hijos de Israel estarían nuevamente en su poder. Creían que no tenían posibilidad de escapar, porque delante de ellos se extendía el Mar Rojo, y su gran ejército los cercaba por detrás. Por la mañana, cuando llegaron al mar, he aquí que había un camino seco porque las aguas se habían dividido y parecían muros a ambos lados, y los hijos de Israel estaban a mitad de camino en medio del mar, caminando sobre tierra seca. Esperaron un instante para decidir cuál sería el mejor camino que podían seguir. Estaban chasqueados y airados porque cuando los hebreos se encontraban casi en su poder, y ellos estaban seguros de tenerlos en sus manos, un camino inesperado se había abierto para ellos en el mar. Decidieron, pues, seguirlos.
"Y siguiéndolos los egipcios, entraron tras ellos hasta la mitad del mar, toda la caballería de Faraón, los carros y su gente de a caballo. Aconteció en la vigilia de la mañana, que Jehová miró el campamento de los egipcios desde la columna de fuego y nube, y trastornó el campamento de los egipcios, y quitó las ruedas de sus carros y los trastornó gravemente. Entonces los egipcios dijeron: Huyamos de delante de Israel, porque Jehová pelea por ellos contra los egipcios".
Estos se aventuraron a entrar en el camino que Dios había preparado para su pueblo, y los ángeles de Dios se infiltraron en medio de su ejército y sacaron las ruedas de los carros. Se sintieron muy molestos. Avanzaron lentamente y comenzaron a tener dificultades. Recordaron los castigos que el Dios de los hebreos había derramado sobre ellos en Egipto para obligarlos a dejarlos salir, y ahora imaginaron que Dios podría entregar a todos en manos de los israelitas. Comprendieron que Dios estaba 129 peleando en favor de éstos, se sintieron sumamente atemorizados y ya se disponían a huir de ellos cuando "Jehová dijo a Moisés: extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas vuelvan sobre los egipcios, sobre sus carros, y sobre su caballería.
"Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y cuando amanecía, el mar se volvía en toda su fuerza, y los egipcios al huir se encontraron con el mar; y Jehová derribó a los egipcios en medio del mar. Y volvieron las aguas, y cubrieron los carros y la caballería, y todo el ejército de Faraón que había entrado tras ellos en el mar; no quedó de ellos ni uno. Y los hijos de Israel fueron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas por muro a su derecha y a su izquierda. Así salvó Jehová aquel día a Israel de mano de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar. Y vio Israel aquel grande hecho que Jehová ejecutó contra los egipcios; y el pueblo temió a Jehová, y creyeron a Jehová y a Moisés su siervo".
Cuando los hebreos presenciaron la maravillosa obra de Dios manifestada en la destrucción de los egipcios, se unieron en un himno inspirado de sublime elocuencia y grato loor. 130
(La Historia de la Redención de E.G.de White)
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