Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. Sant. 1:6.
La fe. . . se extiende para aferrarse de la mano de Cristo, sabiendo que El puede sostener más firmemente de lo que es capaz la mano humana, y que nunca la soltará. Mientras el instrumento humano esté dispuesto a ser guiado, Cristo lo conducirá. . . La fe es la verdadera sangre vivificadora del alma. Su presencia proporciona calor, salud, estabilidad y buen juicio. Su vitalidad y vigor ejercen una influencia poderosa aunque inconsciente. La vida de Cristo en el alma es como un manantial de agua que brota para vida eterna. Conduce a un constante cultivo de las gracias divinas y a una amable sumisión en todas las cosas al Señor. Nos capacita para revelar que Cristo mora en el alma...
"Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (Heb. 11: 1). ¿No hemos comprobado esto en lo pasado al avanzar por fe para alcanzar las cosas que ahora vemos?. . . La fe no consiste solamente en mirar hacia adelante, a las cosas que no se ven; se confirma contemplando la experiencia pasada, los resultados tangibles, la verificación de la Palabra de Dios. . . Rogad: "Señor, aumenta mi fe". La fe aviva los sentidos y los hace trabajar diligentemente para producir resultados. La fe eleva y ennoblece las facultades del alma, capacitándolas para aferrarse de lo invisible. . .
A veces Dios permite complicaciones en los negocios seculares para sacudir las facultades adormecidas y llevarlas a una mayor acción, a fin de que El pueda honrar la fe mediante el otorgamiento de ricas bendiciones. Este es uno de los medios de hacer avanzar su obra. Pero los que no tienen fe nunca aprenderán. Debido a su incredulidad deshonran a su Señor. A menos que se conviertan, naufragarán. Se interponen en el camino del avance, y esto el Señor no lo tolerará. El desea que su pueblo, aun en la sombra más oscura, confíe en El.
Se le permite a Satanás arrojar su sombra a través del sendero de los que tienen la fe adormecida a fin de que ésta sea despertada y pueda atravesar más allá de la nube y encontrar luz, valor y vida. . . Contemplando a Jesús, no solamente como nuestro ejemplo sino como el Autor y Consumador de nuestra fe, avancemos, confiando en que El suplirá con su fortaleza todo lo que se necesita para cumplir cada deber. Se nos ofrece la vida eterna. Hagamos todo lo que está de nuestra parte para alcanzarla (Manuscrito 18, del 27 de febrero de 1901, "Colportando con Palabras de Vida del Gran Maestro"). 71
(Alza tus Ojos de E. G. de White)
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