sábado, 2 de julio de 2011

23. “SEGURIDAD INFALIBLE”


Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad. Dan. 12: 3.

Muchos, muchísimos, serán terriblemente sorprendidos cuando el Señor venga súbitamente como ladrón en la noche. Velemos y oremos, no sea que venga de repente y nos encuentre durmiendo. Mi alma se conmueve profundamente cuando considero cuánto tenemos que hacer por las almas que perecen. La predicción de Daniel, "muchos correrán de aquí para allá y la ciencia se aumentará" (Dan. 12: 4), se cumplirá cuando demos el mensaje de amonestación; muchos serán iluminados al considerar la segura palabra profética. . .

La salvación de las almas debiera ser nuestro primer interés. Me siento perturbada cuando veo a muchos regocijándose en la prosperidad temporal, porque los que poseen tesoros mundanales raramente buscan con fervor asegurarse el celestial. Están en peligro de caer en tentación y trampa, y en muchas codicias necias y dañosas que hunden al hombre en la destrucción. A los que buscan el tesoro celestial se les presenta una perspectiva más gozosa y animadora. . .

Necesitamos desarrollar una firme confianza en el "Así dice el Señor". Cuando la tengamos no confiaremos en los sentimientos ni seremos gobernados por ellos. Dios nos pide que descansemos en su amor. Es nuestro privilegio conocer la Palabra de Dios como guía confiable y probada, una seguridad infalible. En este asunto pongámonos del lado de la fe. Creamos, confiemos y expresémonos en términos de fe, de esperanza y valor. Que la alabanza de Dios esté en nuestros corazones y en nuestros labios más a menudo. "El que sacrifica alabanza me honrará" (Sal. 50: 23). Mantengan la mente fija en Dios y conozcan el amor de Cristo tal como la Palabra de Dios lo revela. Esta Palabra es vida. Hablen de Cristo e inviten a otros a contemplarlo como su Redentor.

Es nuestro privilegio descansar en una fe activa y viviente en Cristo como dador de la vida. Es nuestro privilegio comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y conocer el amor de Dios que excede a todo conocimiento y ser llenos de toda la plenitud de Dios. Contemplemos a Cristo como el Unico en quien habita toda la plenitud. Contemplándole como nuestro Salvador apreciaremos el valor de su gracia salvadora. Debiéramos pensar en Jesús más de lo que lo hacemos. Debiéramos permitir que su alabanza esté en nuestros corazones. Debiéramos hablar del amor que se ha expresado tan abundantemente por nosotros. Ciertamente tenemos toda razón para alabar a Dios con corazón, alma y cuerpo, diciendo: Alabaré al Señor por el gran amor con el cual me ha amado. . . Ensalcen al Cristo del Calvario, elévenlo de tal forma que el mundo pueda contemplarlo. Hablen de su bondad, canten de su amor y tribútenle el agradecimiento de sus corazones. 
(Carta 12, del 23 de enero de 1897, dirigida al "Hermano y la hermana Nicola"). 36


(Alza tus Ojos de E. G. de White)

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