Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?
¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Mar. 8:36,37.
Es el propósito de la redención no sólo borrar el pecado, sino devolver al hombre los dones espirituales perdidos por causa del poder empequeñecedor del pecado. El dinero no puede ser llevado a la vida futura. No se lo necesita allí. Pero las buenas obras hechas para ganar almas para Cristo, la fiel inversión de los tesoros confiados por Dios, eso ha de ser llevado a las cortes celestiales. Aquellos que gastan egoístamente los diezmos de Dios en sí mismos, dejando sin ayuda a sus prójimos necesitados, los que no hacen avanzar la obra de Dios en nuestro mundo, deshonran a su Hacedor. "Robó a Dios" se escribe frente a sus nombres.
La pobreza no es pecado, a menos que por descuido los hombres acarreen pobreza sobre sí mismos. Y aun así, si se arrepienten, serán perdonados... Quienes tienen fe en Cristo como Salvador personal, aun cuando ocupen un lugar humilde en el mundo, son herederos de Dios y coherederos con Cristo de una herencia inmortal. Tienen una póliza de seguro de vida eterna.
Después de enumerar los privilegios que corresponden a los que obran de acuerdo con el plan de la adición, añadiendo constantemente atributos cristianos al carácter, el apóstol Pedro declara que Dios obrará de acuerdo con el plan de la multiplicación: "Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia... Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" (2 Ped. 1: 2-4, 10, 11). Aquí está nuestra póliza de seguro de vida. ¿No actuaremos de acuerdo con el plan de Dios para obtenerla?
El hombre siempre es caro al corazón de Dios. El Creador del mundo con toda benignidad se acerca más y más a los que en toda nación reciben a Jesús como Salvador personal. . . Las cosas que son altamente estimadas por los hombres son aborrecibles a la vista de Dios. Cristo pregunta: "¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?" (Mar. 8: 36, 37)
(Manuscrito 6, del 31 de enero de 1899, "El pobre hombre rico"). 44
(Alza tus Ojos de E. G. de White)
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