Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado. Exo. 34: 6, 7.
¡Cuán agradecidos debiéramos sentimos de que el Señor sea lento para la ira! ¡Qué pensamiento maravilloso el que la Omnipotencia ponga límite a su gran poder! Pero debido a que el Señor es paciente y longánime, a menudo el corazón humano manifiesta la tendencia a aventurarse presuntuosamente en el pecado...
"Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal" (Ecl. 8:11). En vez de endurecer al pecador en una transgresión continua, la paciencia debiera inducirlo a buscar el perdón de Dios a fin de que las cifras que testifican en su contra en su cuenta en el registro celestial, puedan ser canceladas...
Satanás es el originador del mal. Se apartó de la lealtad a Dios. Los que persistieron en simpatizar con él en su descontento fueron echados del cielo juntamente con él. La mente de Satanás está llena de odio implacable hacia la Divinidad. Usa persistentemente su influencia para borrar la imagen de Dios en la familia humana y estampar, en cambio, su propia imagen satánica. Su esfuerzo para engañar a nuestros primeros padres tuvo éxito. Hecha a imagen de Dios, la familia humana perdió su inocencia, se transformó en transgresora y, como súbdita desleal comenzó un rumbo descendente. Satanás llegó a dominar la facultad de actuar que tiene el hombre. A través de los sentidos influyó en la mente.
Así ha ocurrido desde el comienzo del mundo. En vez de permanecer bajo la influencia de Dios, a fin de reflejar la imagen moral de su Creador, el hombre se colocó bajo el control de la influencia satánica y se volvió egoísta. De esta manera el pecado llegó a ser un mal universal. ¡Y qué mal temible es el pecado!
Por ceder a las sugerencias de Satanás nuestros primeros padres abrieron las compuertas del mal sobre el mundo. Los principios objetables de los padres de la raza humana influyeron sobre algunos de aquellos con los cuales se asociaron. El mal que comenzó en el Paraíso se extendió a través de las edades. Aunque Adán y Eva narraron con tristeza a sus hijos la dolorosa historia de la caída, su familia llegó a ser una familia dividida. Caín eligió servir a Satanás, Abel escogió servir a Dios. Caín mató a Abel, porque éste no quiso seguir su ejemplo. A fin de que el mundo no fuera destruido debido a su contaminación moral, Dios se empeñó en la gran obra de la salvación enviando a su Hijo a esta tierra para redimir a la humanidad (Manuscrito 55, del 27 de enero de 1901, "La longanimidad de Dios"). 40
(Alza tus Ojos de E. G. de White)
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