Tú has
probado mi corazón, me has visitado de noche; me has puesto a prueba y nada
inicuo hallaste; he resuelto que mi boca no haga transgresión. Sal. 17:3.
Anoche [1º
de diciembre] pasé por una gran experiencia. Me pareció estar en una reunión en la que había numerosas personas;
muchos eran creyentes y algunos, incrédulos.
En cierto
momento los presentes se dividieron en varios grupos pequeños. Yo sentía una
carga especial y había dirigido mis comentarios a unos pocos que estaban siendo
tentados por el enemigo. Albergaban ideas que no eran correctas, y que los
conducían a negar la verdad.
El Tiempo
En El Cual Vivimos es un periodo de gran tentación, en el cual existe el
peligro de dar oído a sugerencias y sentimientos erróneos procedentes de
espíritus seductores, de vincularnos con ángeles malos, y de presentar tales
ideas como la verdad presente.
Se
manifestaba un profundo interés en el escudriñamiento de las Escrituras.
Sentí Una
Necesidad Especial De Orar; el peligro en que se hallaban estas almas
representaba un peso demasiado grande para mí.
Derramé la
carga de mi alma delante del Señor, intercediendo fervientemente para que Dios
quebrantara el poder del enemigo y nos liberara, a fin de que las mentes de los
amados que estaban siendo tentados fueran libradas y la verdad preciosa
brillara en medio de las tinieblas morales.
Presenté
Mi Ruego Al Señor para que viniera en ayuda de su pueblo y magnificara la
verdad, a fin de que los desaprensivos no fueran engañados durante este periodo
de gran peligro.
Presenté
Delante Del Señor Nuestra Gran Necesidad; que fuera otorgada a su pueblo una
ayuda especial, en armonía con la estabilidad de sus atributos [de Dios], para
que obrara en nuestro favor y contestara nuestras oraciones para gloria de su
propio nombre.
Me Sentía
como que me elevaba cada vez a mayores alturas. Intercedí ante Dios para que
accediera a nuestras fervientes súplicas y permitiera que su verdad para este
tiempo apareciera en toda su dignidad, su belleza y su gracia salvadora; que
así como a menudo había dado a conocer su amor y su poder especiales, y había
hecho que la verdad apareciera en toda su fuerza y autoridad, hiciera conocer
otra vez su verdad clara y sagrada, sin mezcla de paja. . .
Seguí
Intercediendo, y sentí que el Señor se había comprometido consigo mismo. Se
produjo la victoria y desperté pregonando audiblemente, con gozo, que el Señor
nos había manifestado su gracia, su verdad y su salvación. Por lo que
comentaron los miembros de mi familia supe que mi oración había sido
pronunciada en voz alta mientras dormía.
La
Preciosa Bondad Y El Amor De Dios para conmigo me dieron consuelo, fortaleza y
gozo. Sentí que se renovaban en mí la esperanza y el ánimo porque llegaría la
liberación para las almas. La Palabra de Dios permanecerá eternamente y para
siempre.
(Manuscrito 177, del 2 de diciembre de
1903"). 349
No hay comentarios.:
Publicar un comentario