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vuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador,
al Señor Jesucristo. Fil. 3:20.
"La
invariable Ley de Dios"
Mientras
Cristo ascendía, con sus manos extendidas para bendecir a sus discípulos, una
nube de ángeles lo recibió y lo ocultó de su vista.
Mientras los discípulos esforzaban la vista
para captar el último destello de su Señor que ascendía, dos ángeles de la
gozosa multitud se pararon junto a ellos y les dijeron: "Varones galileos,
¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de
vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo" (Hech.
1:11)
Los
Discípulos se llenaron de gran gozo. Vez tras vez repitieron las palabras que
Cristo les había dicho en sus últimas lecciones, tal como están registradas en
los capítulos 14, 15, 16 y 17 de Juan; y cada uno de ellos tenía alguna cosa
que decir acerca de la instrucción recibida, especialmente con relación a las
palabras de Juan [se citan los versículos 1-3].
La Promesa
de que volvería, y también el pensamiento de que les dejaría su paz, llenaron
sus corazones de gozo. . .
Satanás
había hecho de los hombres y mujeres sus prisioneros y los reclamaba como sus
súbditos.
Cuando Cristo vio que no había ser humano capaz de ser el intercesor del hombre, El mismo entró en el fiero conflicto y guerreó contra Satanás.
El Unigénito Hijo
De Dios Era El Único que podía librar a los que estaban sujetos a Satanás por
el pecado de Adán.
El Hijo De
Dios Accedió A Que Satanás Ensayara Todas Sus Estratagemas Contra Él.
El Enemigo
Había Tentado A Los Ángeles En El Cielo Y Después Al Primer Adán. Este Cayó, y
Satanás supuso que tendría éxito en entrampar a Cristo después que El asumiera
la humanidad.
Toda La
Hueste Contempló Esta Lucha Como La Oportunidad De Obtener La Supremacía Sobre
Cristo. Habían Anhelado Tener La Ocasión
De Mostrar Su Enemistad Contra Dios.
Cuando Los Labios Del Maestro Fueron Sellados
Por La Muerte, Satanás y sus ángeles imaginaron que habían obtenido la
victoria.
Fue El
Sentimiento De Que Pesaba Sobre Él, La Culpabilidad Del Mundo Entero Lo Que
Produjo En Cristo Una Angustia Indecible.
En Esta Lucha Mortal El Hijo De Dios Podía
Depender Únicamente De Su Padre Celestial; Todo Fue Por La Fe. El Mismo Era El Rescate, El Don Dado Para La
Liberación De Los Cautivos. Por Su Propio Brazo Había Traído Salvación A Los
Hijos De Los Hombres, Pero ¡A Qué Costo Para Sí Mismo!...
¡Qué
Espectáculo Fue Este Conflicto!
Sirvió
Para Mostrar Al Universo Celestial La Justicia De Dios.
(Manuscrito
125, del 9 de diciembre de 1901, "La invariable Ley de Dios"). 356
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