Hermanos
míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá
la fe salvarle? Sant. 2:14.
Oculto en
la columna de nube, Cristo era el conductor de su pueblo. Les dio estatutos y
leyes a fin de que mediante la obediencia a sus requerimientos pudieran ser
llamados su pueblo.
Les otorgó las gracias del cielo, pero
esperaba que ellos, a su vez, compartieran sus bendiciones con otros menos
favorecidos. Así es como El trata con un pueblo escogido de hoy. . .
Nada
alegra más al enemigo que ver a los componentes del pueblo de Dios luchando
entre sí.
Todos
necesitamos diariamente el poder convertidor de la gracia divina, porque muchas
de nuestras iglesias están apostatando. Sus integrantes no revelan la vida
cristiana genuina y el espíritu del Maestro. Se podría hacer cien veces más de
lo que se está haciendo para difundir el mensaje del Evangelio en lugares
cercanos y distantes. . .
Tengo un
mensaje para nuestras iglesias. . . Debe haber una consagración aún más
profunda que la que se ha visto, o muchos no estarán preparados para entrar en
la santa ciudad.
Existe en
algunos un deseo de ser los primeros, de gobernar. Es correcto desear ser
primeros en buenas obras, en el logro de las gracias cristianas, pero a muchos
se pueden aplicar hoy las palabras de Cristo, registradas en Mateo 7. Lean y
estudien cuidadosamente este capítulo. Son palabras de Cristo, y es deber de
cada individuo obrar diligentemente para la salvación de su propia alma. . .
Debemos
desarrollar la obra del Señor en forma unida. Firme y decididamente hemos de
proclamar las palabras de Dios. Pero debemos ser cuidadosos para no crear
prejuicios innecesarios.
Nadie Se
Permita, ya sea en conversaciones o en discursos, lanzar estocadas agudas,
porque por este medio se han cerrado puertas y se han perdido oportunidades.
Si
nuestras iglesias estuvieran bien despiertas no veríamos influencias ponzoñosas
como las que ahora están obrando, ni caer en las trampas de los sofismas del
maligno a muchos que debieran comprender la verdad.
Satanás está trabajando entre el pueblo de
Dios en la misma forma como lo hizo entre los ángeles de las cortes
celestiales, y muchos están cayendo en sus trampas.
Los
Juicios de Dios están [cayendo] en la tierra y nuestro testimonio debe darse bajo
la influencia del Espíritu Santo. Ahora, precisamente ahora es el tiempo en que
debemos trabajar bajo la Influencia santificadora del Espíritu Santo.
Debemos dar el mensaje apresuradamente, línea
sobre línea. Los hombres se verán forzados a tomar una decisión, y es nuestra
responsabilidad hacer que tengan la oportunidad de comprender la verdad a fin
de que, inteligentemente, puedan tomar posiciones en el bando correcto.
(Manuscrito 101, del 3 de diciembre de 1906,
"El Señor ama al dador alegre"). 350
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