Una cosa
hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está
adelante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en
Cristo Jesús. Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si
otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios. Fil. 3:13-15.
“Del
sermón predicado en el salón Municipal de Tramelan, Suiza”
Ayer fue
Navidad. ¿Hicieron como los sabios que ofrecieron sus dones a Jesús? ¿O cambió
el enemigo el orden de las cosas, haciendo que la adoración se dirigiera hacia
él?
Los
Regalos Se Otorgan Ahora A Los Amigos en vez de ofrendarlos a quien hizo un
sacrificio tan grande por nosotros. Todos los regalos debieran fluir hacia otro
canal, donde puedan ser usados en la salvación de los hombres.
EL NUEVO AÑO está delante de nosotros. ¿No debieran los regalos ser colocados en una
cuenta mejor que en la que los depositaron ahora? ¿No debiéramos confesar y
apropiarnos de la sangre de Cristo, quien está dispuesto a limpiarnos de todo
pecado? Fue por nosotros que Cristo se hizo pobre.
En el gran
día final seremos juzgados por lo que hicimos. Cristo dirá: "Porque tuve
hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui
forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y
en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos les responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos
hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te
servimos?" (Mat. 25:42-44).
Cristo dirá entonces: "En cuanto no lo
hicisteis a uno de estos más pequeñitos, tampoco a mí lo hicisteis" (vers.
45). Y añadirá: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para
el diablo y sus ángeles" (vers. 41).
Cristo
vino y dejó un ejemplo de sacrificio y, si somos de Cristo, haremos sus obras.
En vez de agradarnos a nosotros mismos, buscaremos hacer el bien a otros e
impartir beneficios a la humanidad sufriente. A menos que lo hagamos, no
podemos esperar tener parte con Cristo.
Hay almas que salvar en todo nuestro derredor. Cada uno debe hacer una obra de reconciliación con Cristo. Esta es la obra que debemos emprender en el nuevo año. Estamos viviendo para el tiempo y la eternidad.
Deseamos
que la luz brille sobre nuestro sendero, y deseamos extender sus bendiciones a
otros.
La única forma de ser representantes de Cristo
es amándonos los unos a otros. Si reflejamos su imagen, cuando entremos por las
puertas en la ciudad, se nos dirá: "Bien, buen siervo y fiel; sobre poco
has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor" (Mat.
25:21).
Esforcémonos
por tener un registro mejor en el año venidero, y por vivir tan cerca de Dios
que podamos estar rodeados con la atmósfera del cielo, y ser así representantes
de Cristo.
(Manuscrito 60, del 26 de diciembre de 1886, sermón predicado en el salón Municipal de Tramelan, Suiza, en el que Juan Vuilleumier actuó como traductor). 373
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