jueves, 27 de junio de 2019

273. “ECHEN SUS REDES”


No temas; desde ahora serás pescador de hombres. Luc. 5:10.
Jesús requirió el uso del bote de Pedro. Aunque fatigado con sus desilusiones y esfuerzos penosos, Simón cumplió alegremente el pedido de Cristo. El modesto bote de pesca se transformó en el púlpito del cual provinieron las palabras de Cristo. Seguramente la pequeña barca de Simón nunca fue tan honrada como en esta ocasión. Su dueño nunca le había dado un uso tan provechoso. 

Jesús proclamó las verdades de la Biblia, pronunció palabras de vida eterna. Las verdades predicadas en ese sermón. . . [se han extendido] por todo el mundo, y han realizado una obra que sólo la eternidad revelará.

Cuando el Juez se siente y los libros sean abiertos, y la historia de este esfuerzo se manifieste, se verá que una luz... surgió para ser reflejada alrededor del mundo a través de los tiempos y de la eternidad. Esta experiencia ha sido repetida a miles de los mensajeros del Señor Jesús, y ha inspirado esperanza, valor y fe.

"Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro,
 y echad vuestras redes para pescar" (Luc. 5:4).

La noche era el momento más favorable para que los pescadores trabajaran con éxito, puesto que en el agua clara y a la luz del día los peces verían la red y la evitarían. Después de haber trabajado penosamente toda la noche sin éxito, parecía inútil, según la sabiduría humana, echar las redes.

"Maestro", respondió Simón, "toda la noche hemos estado trabajando, 
y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red" (vers. 5).

Eso fue verdadera obediencia. He aquí un ejemplo de implícita confianza en las palabras de Cristo, 
a pesar de que la experiencia pasada era objetable. Nuestra primera lección debe ser aprender 
la voluntad de Dios, aun cuando vivamos circunstancias difíciles, y luego al conocer su voluntad, obedecerla sin preguntar. Una obediencia tal siempre será recompensada.

¿Cuál fue el resultado de la obediencia de Simón? "Y habiéndole hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompió. Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían" (vers. 6,7).

Jesús pretendía que esa experiencia sirviera de aliento
 a los pescadores en sus futuros esfuerzos en la pesca de almas. . . 

¡Qué influencia poderosa ejerció este maravilloso hecho en las mentes de los humildes pescadores!   
El poder de Cristo atrajo los peces a la red de Simón, pero estos hombres de corazones honestos fueron completamente atrapados en la red que Cristo había preparado para ellos. 
"Dejándolo todo, le siguieron" (Manuscrito, 79, del 1º de octubre de 1906, 
"Dejen sus redes y síganme"). Alza tus Ojos (EGW)