jueves, 27 de septiembre de 2012

El Libro del Apocalipsis (Su Canonicidad)


Apocalipsis, Libro del (gr. Apokálupsis, "apocalipsis", "revelación", "quitar el velo [develar]"). Ultimo libro del NT cuya denominación, dada por su autor, es "La revelación de Jesucristo" (1:1). En los manuscritos más antiguos que tenemos simplemente dice: Apokálupsis IÇánnou, "Apocalipsis de Juan", pero títulos más complejos proceden de siglos posteriores. En la literatura religiosa apokálupsis se refiere a quitar el velo del futuro, especialmente mediante las profecías simbólicas. Daniel y Zacarías son las contrapartes en el AT del Apocalipsis del NT. 
Durante el período intertestamental y del cristianismo primitivo, los judíos produjeron muchos otros apocalipsis no bíblicos, de los cuales las obras seudoepigráficas conocidas como 1 Enoc y los Oráculos Sibilinos son ejemplos dignos de notar de este tipo de actividad literaria. Véase Seudoepigráficos. 

I. Canonicidad. Aunque la iglesia occidental aceptó el Apocalipsis como Escritura desde el mismo comienzo, por lo general las iglesias de Egipto, Palestina y Siria rechazaron su pretensión a ocupar un lugar en el canon sagrado, y recién a fines del s IV d.C. fue aceptado ampliamente en el Este. El primer escritor cristiano que se refirió expresamente al Apocalipsis fue Justino Mártir (c 140 d.C.). El primer comentario conocido sobre él fue escrito c 170 d.C. por Melitón de Sardis, cuya iglesia se menciona en el Apocalipsis. Cipriano de Cartago, a mediados del s III d.C., exaltó el Apocalipsis, mientras que Eusebio de Cesarea (6 340 d.C.) no estaba seguro de su autenticidad pero permitía su lectura. Gregorio Nacianceno (6 389? d.C.) publicó una lista de los libros del NT en que omitía el Apocalipsis, como también lo hizo Cirilo de Jerusalén (6 386 d.C.). No fue hasta la "Carta Pascual" de Atanasio (367 d.C.) que los 27 libros del NT que hoy conocemos se mencionaron como canónicos.  

II. Autor.  El autor del Apocalipsis se identifica como "Juan" (1:1, 4, 9; 21:2; 22:8), "vuestro hermano" (1:9). Aparentemente, era tan bien conocido que no consideraba necesario aportar más datos para ganar la confianza de sus lectores. Todos los escritores cristianos hasta mediados del s III d.C., cuyas obras nos han llegado y que mencionan el tema, lo atribuyen a Juan el apóstol. Entre ellos están Justino Mártir (6 c 165 d.C.), Ireneo (6 c 202 d.C.), Tertuliano (6 c 240 d.C.), Hipólito (6 c 235 d.C.), Clemente de Alejandría (6 c 220 d.C.) y Orígenes (6 c 254 d.C.). Ireneo también menciona que el apóstol Juan vivió en Efeso hasta los días del emperador Trajano (98-117 d.C.), y Polícrates (6 c 200 d.C.) testifica que fue enterrado allí. Estas declaraciones coinciden con el hecho de que Juan se dirigió a Efeso y a las otras iglesias de Asia (Ap. 1:4, 11). Sin embargo, se ha interpretado cierta declaración de Papías (6 c 163 d.C.), citada por el historiador eclesiástico Eusebio (6 c 340 d.C.), en el sentido de que el apóstol Juan habría muerto mucho antes del fin del s I d.C. 

Desafortunadamente las obras de Papías se han perdido, y todo lo que se sabe de lo que escribió existe como citas muy fragmentarias conservadas por Eusebio y otros escritores. Sin embargo, las conclusiones basadas en la dudosa declaración de Papías son, en el mejor de los casos, altamente conjeturales. 

El primer desafío serio a la autoría juanina fue presentada por Dionisio de Alejandría (6 c 265 d.C.). Por causa de sustanciales diferencias literarias entre el Apocalipsis y el Evangelio de Juan, llegó a la conclusión de que las 2 obras no habrían procedido del mismo autor. Por ejemplo, la palabra pistéuÇ, "creer", aparece 100 veces en el Evangelio y ni una sola vez en el Apocalipsis; kósmos, "mundo", 79 veces en Juan y 3 veces en el Apocalipsis; allá, "mas", más de 100 veces en Juan y sólo 13 veces en el Apocalipsis; al referirse a Cristo como "el Cordero", el Evangelio siempre usa la palabra amnós, mientras que el Apocalipsis, sin excepción, emplea arníon, y muchas otras diferencias lingüísticas. 

Dionisio también notó que el griego del Evangelio es correcto e idiomático, mientras que en muchos lugares el del Apocalipsis se aparta de la gramática y la sintaxis griegas aceptadas. No se puede negar que el vocabulario y el estilo literario del Apocalipsis son notablemente diferentes de los del Evangelio de Juan. El primero muestra un poco usual grado de libertad de las normas corrientes de la dicción y sintaxis griegas, mientras que el lenguaje del Evangelio se conforma al buen uso del griego. 

 Dionisio también enfatizó que mientras en el Apocalipsis el autor repetidamente da su nombre, el del Evangelio de Juan esconde su identidad. Además, Eusebio, aparentemente influido por Dionisio, interpretó la afirmación de Papías (mencionada más arriba) en el sentido de que hubo 2 personas de nombre Juan que vivieron en el Asia hacia fines del s I 70 d.C. -el apóstol y otra persona llamada "el anciano" o presbítero-, y concluye que éste fue el autor del Apocalipsis. Sin embargo, por la cita de Papías también se puede identificar a ese "presbítero" con Juan el apóstol. 

Parece que estas críticas tuvieron gran influencia sobre el pensamiento de la iglesia oriental con respecto a la canonicidad del libro. Muchos eruditos modernos han seguido a Dionisio y a Eusebio en sus conclusiones. Pero ciertas consideraciones testifican de que las evidencias sobre la que se basan estas conclusiones no son tan sólidas ni tan impresionantes como podrían parecer a primera vista. Además, hay 2 paralelos sorprendentes entre las 2 obras que sugieren con fuerza que se deben a la misma persona. Hay que recordar que el griego no era el idioma nativo de Juan, y que al ser llamado muy probablemente era un pescador sin instrucción. Hasta qué punto dominó más tarde el griego no se sabe, aunque el hecho de que pasó sus últimos años en Efeso, en una región de habla griega, sugeriría que sin duda alcanzó un cierto grado de fluidez en esa lengua. Al escribir el Evangelio, que refleja el pensamiento y el pulimento deliberado de un autor que trabaja con tranquilidad en su estudio, Juan (como Pablo y otros escritores del NT) bien pudo tener los servicios de un amanuense o secretario griego. 

Por otro lado, en el Apocalipsis declara explícitamente que estaba en la "isla llamada Patmos" (1:9), donde sin duda se vio forzado a depender de su propio conocimiento limitado de las sutilezas del griego. Como su lengua nativa era el arameo, no sorprende que el Apocalipsis, aunque escrito en griego, en muchos lugares refleje expresiones idiomáticas semíticas y a menudo se aparte de la buena gramática del griego. La situación en que se escribió el Apocalipsis es suficiente para explicar las grandes diferencias de lenguaje y construcción gramatical entre éste y el Evangelio. Para equilibrar las diferencias lingüísticas, existe gran cantidad de paralelos literarios. 

Por ejemplo, el Apocalipsis habla del "agua de la vida" (21:6; 22:17), y el Evangelio, del "agua viva" (Jn. 4:10; 7:38; cf Ap. 22:17; Jn. 7:37). Ciertas expresiones características de Juan, que aparecen en ambos libros pero no en alguna otra parte del NT, son ópsis, "apariencia" o "rostro" (Jn. 7:24; 11:44; cf Ap. 1:16); terein tón lógon, "guardar mi palabra" (Jn. 8:51, 52, 55; cf Ap. 3:8, 10); y ónoma auto, "su nombre" (Jn. 1:6; 3:1; cf Ap. 6:8). Excepto en los casos en que se usan símbolos del AT, sólo el Evangelio de Juan (1:29, 36) y el Apocalipsis (5:6, y otras 28 veces) caracterizan a Cristo como el Cordero. Así, desde un punto de vista estrictamente erudito, los argumentos en favor de la posición tradicional que hacen del apóstol Juan el autor del Apocalipsis son totalmente tan razonables y válidas como los de quienes rechazan esa postura. Por cuanto los escritores cristianos en general (hasta mediados del s III d.C.) afirman la autoría de Juan, y el desafío no surgió hasta casi un siglo después de haberse escrito el libro, hay sólidas evidencias en favor del punto de vista tradicional.  

III. Ambientación. Los eruditos están divididos con respecto a atribuir una datación temprana a la composición del Apocalipsis -generalmente durante el reinado de Nerón (54-68 d.C.)- o una fecha tardía (fines del reinado de Domiciano; 81-96 d.C.). Nerón fue notable como el 1er emperador romano que persiguió a los cristianos.  Muchos eruditos dicen que las persecuciones a la iglesia, reflejadas en varias, partes del Apocalipsis (cps 13 y 17), se refieren a las de Nerón. También notan que su nombre, Nerón César, cuando se usan las consonantes hebreas (Nrwn Qsr) dan como suma de su valor numérico el 666 de 13:18. En armonía con esto, muchos eruditos notables han fechado el Apocalipsis a fines de la década del 60 o en la del 70 d.C. Sin embargo, se debería notar que este razonamiento no depende de una evidencia objetiva sino de una interpretación subjetiva de ciertos pasajes del libro. Los primitivos escritores cristianos fueron casi unánimes en atribuir la composición del Apocalipsis en el reinado del emperador Domiciano. Ireneo, por ejemplo, declara que fue escrito "hacia el fin del reinado de Domiciano". Victorino (6 c 303 d.C.) dice que Juan fue "condenado a trabajar en las minas por César Domiciano", y que mientras estuvo allí "vio el Apocalipsis". 

 Eusebio, en forma similar, registra que Juan fue enviado a la isla de Patmos por Domiciano, y añade que fue liberado por su sucesor, Nerva (96-98 d.C.), tras lo cual el apóstol regresó a Efeso. Así, los primeros eruditos cristianos asignan la composición del Apocalipsis a fines del reinado de Domiciano, c 96 d.C. Domiciano (81-96 d.C.) estimuló el culto al emperador, pero los cristianos se negaban a venerarlo o dirigirse a él con el título de "señor", que ellos reservaban sólo para Jesucristo. 

Cuando con todo celo Domiciano procuró establecer su pretensión a la deidad en la mente del populacho y obligar a sus súbditos a adorarlo, naturalmente encontró la oposición de los cristianos. Esta situación, sin duda, constituyó 71 la causa inmediata del exilio de Juan en Patmos, y así a la composición del Apocalipsis. En cuanto a su existencia, la iglesia afrontó la mayor amenaza externa que había conocido hasta entonces, y urgía una nueva revelación de Jesucristo para confirmar su fe. Así, las visiones otorgadas a Juan atendieron una necesidad específica en su propio tiempo: fortalecer a los cristianos en su rechazo a inclinarse ante el emperador y asegurarles de nuevo que su Señor, ascendido junto al trono de Dios, un día reinaría supremo sobre la tierra. 

IV. Tema. En 4 líneas sucesivas de profecías, el Apocalipsis presenta la experiencia de la iglesia y los acontecimientos sobre la tierra que ocurrirán antes del establecimiento del reino de Jesucristo. El libro es una revelación de Cristo, quien está perfeccionando un pueblo sobre la tierra para reflejar su inmaculado carácter y guiarlo a través de las vicisitudes de la historia hacia la realización de su propósito eterno. El centro de atención es el fin cataclísmico del mundo y el establecimiento de un mundo nuevo.  

V. Bosquejo. Las 4 principales divisiones proféticas son: 
 1. Las 7 iglesias (Ap. 1-3). 
 2. Los 7 sellos (4-8:1). 
3. Las 7 trompetas (8:2-11:19). 
4. Los acontecimientos finales del gran conflicto (12-22).  

VI. Contenido. Después de una breve introducción (1:1-3), Juan registra una serie de 7 mensajes dirigidos a "las siete iglesias que están en Asia" (1:4): presenta a Cristo en diferentes aspectos de su ministerio en favor de ellas. Dirige a cada iglesia un mensaje de instrucción, advertencia y ánimo, particularmente apropiado a su situación específica. En vista de que en el Apocalipsis se enfatiza el inminente regreso de Cristo (1:1, 3; 3:11; 6:11; 12:12; 17:10; 22:6, 7, 12, 20), y por causa de la naturaleza de las promesas hechas a las 7 iglesias (2:7, 10, 11, 17, 26; 3:5, 10, 12, 21), es evidente que Juan preveía que esos mensajes serían relevantes para las necesidades de los creyentes hasta el regreso del Señor. 

En armonía con esto, las cartas a las 7 iglesias proveen conducción, consuelo y fuerzas para la iglesia, no sólo de los días de Juan sino también de toda la era cristiana hasta el fin del tiempo. En el marco de una sublime descripción del trono de Dios, Juan presenta un libro "sellado con siete sellos" (cps 4 y 5) como prefacio para la profecía de los 7 sellos (6:1-8:1). Esta cadena profética presenta a Cristo como supervisor de los asuntos de la tierra y actuando para que todas las cosas obren de acuerdo con la voluntad de Dios en la preparación para "el gran día de su ira" (6:17). La visión de las 7 trompetas (8:2-11:19) presenta una serie de eventos que culmina cuando "los reinos del mundo" serán "de nuestro Señor y de su Cristo" (11:15). 

Otro interludio (10:1-11:13) describe a un ángel que desciende del cielo con un "librito abierto", el que contiene un mensaje para "muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes" (10:2, 11). "El templo de Dios, y el altar, y... los que adoran en él" (11:1) son centrales en el mensaje de este libro, así como la obra de los "dos testigos" (v 3). La 4ª gran cadena profética (cps 12-22) representa a la iglesia de Dios sobre la tierra -figuradamente como "una mujer vestida del sol", y "el resto de la descendencia de ella" (12:1, 17)- soportando una severa persecución por parte del dragón (vs 13-17), de la bestia (13:1-8) y de "otra bestia" (vs 11-18). 

La crisis culminante vendrá cuando los que aman y sirven a Dios tengan que afrontar el decreto de muerte de 13:15-17, que exige la lealtad al poder apóstata. Esta demanda de lealtad universal se opone a los mensajes proclamados por los 3 ángeles de 14:6-11. Confrontados con la amenaza de 13:15-17 y con la advertencia de 14:6-11, los habitantes de la tierra hacen la gran decisión final de ser leales a Dios o rechazar su generosa invitación. Los juicios de Dios (cps 15 y 16) son derramados entonces sobre los que desprecian su misericordia. La gran organización apóstata, "Babilonia, la gran ciudad", es aniquilada (cp 18). En el cielo se oye un himno de victoria (19:1-9), y Cristo aparece como Rey de reyes y Señor de señores para derrotar la coalición de reyes de la tierra que se levanta contra él (vs 11-21).

 Después de 1.000 años, "los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios" serán"juzgados... por las cosas que estaban escritas en los libros" (20:5, 12). La gran escena del juicio se cierra con el lago de fuego, en la que el pecado y los pecadores son destruidos (vs 14, 15). Los cps 21:1-22:5 presentan al pueblo de Dios en la tierra nueva, en la propia presencia de Dios, reinando "por los siglos de los siglos" (22:5). Los vs 6-21 aparecen como la conclusión del Apocalipsis, que se cierra con un énfasis en el pronto regreso del Señor (v 20; véase CBA 7:733-744). 

Bib.: Justino Mártir, Diálogo con Trifón 81; Ireneo, Contra las herejías iv.20.11; 30.4; v.26.1; 35.2; etc.; Tertuliano, Prescripción contra los herejes 36, y Contra Marción iii.14.3; etc.; Hipólito, Tratado sobre Cristo y el anticristo, xxxvi; Clemente de Alejandría, ¿Quién es el rico que se salvará? xlii; Orígenes, Comentario sobre Juan 1.14; Ireneo, 72 ibíd. iii.3.4 (ANF, t 1, p 416); Polícrates, Epístola a Víctor y la Iglesia Romana con respecto al día de guardar la Pascua (ANF, t 8, p 773); EC-HE iii.39.1-6; vii.24, 25; Ireneo, ibíd. v.30. 3 (ANF, t 1, pp 559, 560); Victorino, Comentario acerca del Apocalipsis, sobre 10:11 (ANF, t 7, p 353); EC-HE iii.20.8,9.

Fuente DBA 

HISTORIA DE LOS LIBROS “APOCRIFOS O DEUTEROCANONICOS"


APOCRIFOS
(gr. apókrufos, "oculto"; cuando se lo adjunta al gr. biblía, "libros" o "rollos", significa "libros ocultos"). Término cuyo uso ha variado con el tiempo y en quienes lo usan. Algunos escritores antiguos lo aplicaban a libros de sabiduría esotérica o misteriosa, demasiado complicados para el hombre común y que sólo podían comprender los iniciados. De aquí que fueran "libros secretos", escondidos al público en general. Otros usaban el término en sentido peyorativo: "espurio", "falso", "herético" y "extracanónico"; por ello, fuera de circulación. También en los círculos eclesiásticos se dieron diversos usos a la palabra (y todavía los hay). Algunos la usan para toda la literatura antigua fuera del canon* de las Sagradas Escrituras. Los protestantes generalmente la emplean para indicar los libros que fueron incluidos en copias de la LXX y la Vulgata Latina, pero que fueron excluidos del canon hebreo de las Escrituras. En este artículo usamos "apócrifos" de la siguiente manera: A. Para designar los 15 documentos que se encuentran en algunos manuscritos griegos y latinos del AT, pero que no fueron incluidos en el canon de las Escrituras hebreas. B. Para designar otros libros espurios, tanto del AT como del NT, unánimemente repudiados como para formar parte del canon bíblico (llámense "apócrifos", "apócrifos [propiamente dichos]", "deuterocanónicos"* o "seudoepigráficos"*). Con respecto a la relación de estos 15 libros con el canon del AT, veamos 3 posiciones entre las iglesias cristianas:
1. La Iglesia Católica Romana reconoce por lo menos 12 de los 15 libros (o partes de libros) como "deuterocanónicos", y usan "apócrifos" específicamente para otros libros extracanónicos que los protestantes llaman "seudoepigráficos"; además, otorga a los 12 una categoría totalmente canónica. La 4ª sesión del Concilio de Trento (8 de abril de 1546) decretó que, con excepción de 1 y 2 Esd. y la Oración de Manasés, los libros apócrifos "íntegramente y en todas sus partes" son "sagrados y canónicos". Incluso se pronuncia un anatema sobre todo aquel que "a sabiendas y deliberadamente" los rechaza. Aunque a 1 y 2 Esd. y la Oración de Manasés se les niega canonicidad y autoridad, están incluidos en manuscritos latinos de la Vulgata, y en posteriores ediciones impresas fueron puestos en un apéndice de la Biblia. Cabe acotar que la Iglesia Católica hace de protocanónicos y deuterocanónicos un solo grupo, y coloca aparte seudoepigráficos y apócrifos (propiamente dichos).

2. La Iglesia Anglicana, la Iglesia Luterana y la Iglesia Reformada de Zurich  sostienen que estos libros son útiles pero no son canónicos. El artículo VI de los famosos 39 artículos de la Iglesia Anglicana (1562) declara que son leídos "para ejemplo de vida e instrucción de las costumbres", pero la iglesia no los usa para "establecer doctrina alguna". El reformador suizo Oecolampadio declaró en 1530: "No despreciamos a Judit, Tobías, Eclesiástico, Baruc, los 2 últimos libros de Esdras, los 3 libros de los Macabeos, las adiciones a Daniel; pero no les asignamos autoridad divina como a los otros".  

3. La Iglesia Calvinista y otras iglesias reformadas plantearon claramente su posición en la Confesión de Fe de Westminster (1647): "Los libros, comúnmente llamados apócrifos, como no son de inspiración divina, no son parte del canon de la Escritura; y por tanto no tienen autoridad en la Iglesia de Dios, ni serán de otro modo aprobados o utilizados más que otros escritos humanos". En lo relacionado con el canon, la Iglesia Ortodoxa Griega nunca tomó una decisión que fuera aceptada por todos los de su comunión. Como texto auténtico del AT acepta la LXX, que incluye los apócrifos. El sínodo de Jerusalén (1672) puso a los apócrifos en pie de igualdad con los libros canónicos, mientras que el sínodo de Constantinopla del mismo año tomó la posición de que no son iguales a los canónicos, pero que como "buenos y dignos de alabanza" no deben ser rechazados totalmente. Sin embargo, en la práctica esta iglesia ha avanzado hacia una casi total aceptación de los apócrifos. Los protestantes, sobre la base de evidencias internas y externas, niegan autoridad divina a los apócrifos y, por tanto, su canonicidad. Sus Biblias generalmente contienen, en el AT, los mismos libros que los hebreos aceptan como Escrituras inspiradas. Aunque esos apócrifos (y también los canónicos) fueron escritos por judíos, no son aceptados por ellos como parte del canon oficial hebreo. En realidad, parece que los judíos del período intertestamentario percibieron la ausencia del don espiritual, que es el único que califica a los hombres para escribir las Sagradas Escrituras. Josefo, el historiador judío del s I d.C., lo expresa 73 de este modo: "Desde el imperio de Artajerjes hasta nuestra época, todos los sucesos se han puesto por escrito; pero no merecen tanta autoridad y fe como los libros mencionados anteriormente, pues ya no hubo una sucesión exacta de profetas". Además, existe una persistente incertidumbre con respecto a los libros apócrifos a través de toda la historia eclesiástica. Desde Jerónimo (c 340-420 d.C.) hasta la Reforma, los padres y teólogos insisten sobre las diferencias básicas entre los libros canónicos del AT y los apócrifos. Tal vez aún más importantes son las características internas de los libros. En verdad, no añaden nada esencial a la historia de la redención. Enseñan doctrinas y estimulan prácticas que no están en armonía con los libros aceptados del canon. Por ejemplo, en 2 Mac. 12:41-45 (cf Bar. 3:4) aparece la idea de orar a los muertos y llevarles ofrendas. En los apócrifos hay una tendencia a magnificar lo externo de la religión. Limosnas y obras, dicen, expiarán el pecado y producirán su recompensa (2 Esdr. 8:33; Tob. 12:9; Eclo. 3:14). Tobías presenta una mezcla de piedad, folklore y magia. El demonio Asmodeo aparece como un celoso asesino de los 7 maridos de una mujer joven, pero finalmente es exorcizado al quemar las entrañas de un pez (Tob. 6:1-8; 8:1-9). Con la hiel del mismo pez se produce un poderoso medicamento que sana la ceguera de un padre, causada por el excremento de unos gorriones (2:9, 10; 6:8; 11:7-15). El lenguaje y la conducta de Judit, caracterizados por la falsedad y el doble trato, se presentan como aprobados por Dios, quien la ayuda (Judit 9:10, 13; etc.). La Sabiduría de Salomón enseña la doctrina platónica de que el alma del hombre es inherentemente inmortal, y que su cuerpo es un mero estorbo para ella (9:15), pensamiento totalmente extraño tanto al AT como al NT. El autor hasta tomó prestada la doctrina platónica de la preexistencia de las almas (8:19, 20). Véanse Apócrifos del AT; Apócrifos del NT. Sin embargo, aunque no se puede pretender canonicidad para los libros apócrifos, tienen valor para el estudioso de la Biblia. Proporcionan un conocimiento de la brecha de 400 años entre los 2 testamentos. Ayudan a comprender el clima social, político y religioso del NT. Los Macabeos, en particular 1 Mac., muestran las luchas de los judíos por su libertad política y religiosa contra la tiranía del paganismo griego. Ayudan a comprender el surgimiento de sectas, como la de los fariseos y la de los saduceos. Arrojan luz sobre el crecimiento de instituciones y creencias de los judíos del NT, y de ese modo proporcionan un marco de referencia para la iglesia cristiana primitiva. La inclusión de los libros apócrifos y/o deuterocanónicos en nuestras Biblias españolas merece un párrafo aparte. El Comité General de las Sociedades Bíblicas Unidas, reunido en Edimburgo (septiembre de 1969), puso en claro algunos puntos y los comunicó de la siguiente manera: "Cuando la Versión Autorizada de la Biblia se publicó en 1611, todos los ejemplares contenían los textos apócrifos. Lo mismo es cierto con la mayoría de las primeras traducciones tales como las de Lutero y Valera. Posteriormente, sin embargo, y de tanto en tanto aparecieron ediciones sin los textos apócrifos... En junio de 1964, una conferencia mundial de dirigentes de iglesias y representantes de la Sociedad Bíblica, reunida en Drierbergen, Holanda, instó a las Sociedades Bíblicas a acometer con renovado vigor su tarea de circulación mundial de las Escrituras y recomendó que 'donde las iglesias deseen y específicamente lo pidan, las Sociedades Bíblicas deben considerar la traducción y publicación de los libros comúnmente llamados apócrifos' ". Estos lineamientos se ratificaron en 1968, 1972 y 1973, y continúan hasta hoy. Bib.: B. M. Metzger, An Introduction to the Apocrypha [Una introducción a los libros apócrifos] (Nueva York, 1957); R. H. Pfeiffer, History of New Testament Times, With Introduction to the Apocrypha [Historia de los tiempos del Nuevo Testamento, con una introducción a los libros apócrifos] (Nueva York,1949); E. J. Goodspeed, The Story of the Apocrypha [La historia de los libros apócrifos] (Chicago, 1939); FJ-AA 1.8; Documenta (LUC), Canon y deuterocanónicos. Documento elaborado por las Sociedades Bíblicas Unidas (Buenos Aires, s/f).


APOCRIFOS EN EL ANTIGUO TESTAMENTO  
Estos libros se produjeron, en su mayor parte, durante los ss II y I a.C,, aunque 1 ó 2 quizá procedan del s I d.C. Fueron clasificados de diversos modos: por lugar de origen, idioma, orden cronológico y género literario. Representan una gran variedad de formas literarias, e incluyen historia, romance, poesía, apocalíptica, sabiduría y devoción. Se los enumera y analiza a continuación.

1. Oración de Manasés. Plegaria supuestamente pronunciada por Manasés mientras estaba en el cautiverio asirio. Quizá fue escrita en hebreo c 100-50 a.C. De acuerdo con el registro bíblico, Manasés fue el rey más malvado de Judá (2 R. 21:1-18; 2 Cr. 33:1-20). Sin embargo, cuando uno de los monarcas asirios (tal vez Esar-hadón o Asurbanipal) lo lleva 74 cautivo a Babilonia, reacciona y ora a "Jehová su Dios, humillado grandemente en la presencia del Dios de sus padres" (2 Cr. 33:12). Esta plegaria, que lo conduce a su restauración a Judá y a su trono, es registrada "en las actas de los reyes de Israel" (v 18). La Oración de Manasés apócrifa pretende ser esa súplica recuperada. Sus 15 versículos trasuntan un espíritu de sincera penitencia y profundo sentimiento religioso, aunque realmente no es la oración auténtica del rey de Judá; ni siquiera los católicos la consideran canónica.
2. Tobías. Obra de ficción piadosa. Tal vez fue escrita en arameo por un judío de la diáspora c 200 a.C. Es un relato de aventuras que gira alrededor de Tobit, un pretendido judío cautivo en Asiria, y su hijo Tobías; su propósito es presentar elevados principios morales. Aunque Tobit es un hombre devoto que ayuda a los pobres, sufre las burlas de sus vecinos y es herido de ceguera (cps 1 y 2). Una disputa con su esposa lo desanima tanto que ora pidiendo la muerte. Al mismo tiempo, en Ecbatana de Media, una viuda virgen llamada Sara, que se ha casado con 7 hombres sucesivamente -cada uno de los cuales muere asesinado en la noche de bodas por un demonio llamado Asmodeo-, ora también pidiendo la muerte, o que se le dé un respiro de las burlas y falsas acusaciones. La oración de ambos es escuchada y el ángel Rafael es enviado para darles ayuda (cp 3). Simulando ser un hombre llamado Azarías, se convierte en el guía que lleva a Tobías hasta Media para recoger 10 talentos de plata dejados allí por Tobit (cps 4 y 5). Al llegar al río Tigris, Tobías, por indicación de Rafael, pesca un gran pez (cp 6) cuyas entrañas son efectivas para ahuyentar al demonio Asmodeo y curar la ceguera de Tobit. El éxito corona el viaje. Tobías consigue el dinero y se casa con Sara, quien, de acuerdo con el ángel, estaba destinada para él desde la eternidad (cps 7-9). El regreso a Nínive es un evento gozoso para la familia entera y para los habitantes de la ciudad. Tobit es sanado de su ceguera y da la bienvenida a su nuera, y luego ofrece alabanzas y bendice a Dios (cps 10-14).

3. Judit. Emocionante romance religioso que deriva su nombre de la heroína, una viuda judía, rica y hermosa. Fue escrito originalmente en hebreo c 150 a.C. Cuenta acerca del rey asirio Nabucodonosor -quien, según se dice, reina sobre Nínive-, quien derrota a Arfaxad, rey de los medos en Ecbatana. Luego envía a su comandante en jefe, Holofernes, para castigar a los judíos, único pueblo que se atreve a desafiarlo en el oeste al rehusar prestarle ayuda en la conquista de los medos. De acuerdo con el libro, recientemente habían regresado de su cautividad. Holofernes sitia la ciudad de Betulia. Mediante su habilidad, valor y astucia, Judit salva a su pueblo al cortar la cabeza de Holofernes con su propia espada mientras duerme totalmente ebrio.  

4. Adiciones a Ester. Son 6 pasajes, con un total de 105 versículos, interpretados por judíos piadosos de Egipto, en diversos lugares en la versión griega del libro canónico de Ester, durante el s I a.C. Como el libro canónico de Ester no contiene el nombre de Dios, se piensa que el motivo de estas adiciones fue el deseo de añadirlo. Pero los agregados introdujeron discrepancias y contradicciones en el texto. 

5. 1 Macabeos. Esta obra, de importancia histórica, registra las luchas de los judíos por obtener la libertad religiosa y política en el s II a.C. El nombre de 1 y 2 Mac. proviene de Judas Macabeo, el 3er hijo de Matatías, un sacerdote. La designación "Macabeo" generalmente se deriva del heb. maqqebeth, "martillo". Se piensa que el nombre implica que él, como ningún otro, hizo que los enemigos de Israel y de Dios sintieran golpes de martillo, aunque Zeitlin cree que el nombre indica que Judas tenía una cabeza como de martillo. 1 Mac. fue escrito en hebreo por un judío palestino c 110 a.C., y es nuestra mejor fuente para la historia de los primeros 40 años de las guerras macabeas. El propósito del libro fue probablemente legar a la nación judía una historia oficial de su casa real: la monarquía asmonea. Presenta un informe razonablemente confiable del período entre Antíoco Epífanes (175 a.C.) y Juan Hircano (c 135 a.C.). Sin embargo, el énfasis del libro descansa mayormente sobre las actividades militares, y tiende a descuidar los aspectos sociales, económicos y religiosos del período. Después de dar un informe de los hechos que condujeron a la rebelión macabea (1:1-2:70), la parte central del libro enfoca las acciones militares de Judas (3:1-9:22) y sus hermanos Jonatán (9:23-12:53) y Simón (13:1-16:24), quienes lo sucedieron en la lucha por la libertad religiosa, primero, y por la libertad política después.  

6. 2 Macabeos. Registro independiente y más detallado de los acontecimientos descriptos en 1 Mac. 1-7, redactado desde el punto de vista de un teólogo moralizador. Fue escrito en griego por un judío de la diáspora, alrededor del s I a.C. Se admite que la mayor parte del libro, que abarca los primeros 15 años de las guerras macabeas, es una condensación de la obra histórica en 5 tomos de Jasón de Cirene (2:19-32). Describe cómo los jasîdîm, "piadosos", devotos celosos de la Torah y la ortodoxia 75 legalista, resistieron la helenización forzada de los judíos. El libro enfatiza la intervención sobrenatural de Dios en favor de los fieles. El autor pretende mostrar "las apariciones celestiales en favor de los bravos combatientes por el judaísmo" (2:21, NBE), y dar así instrucción y ánimo a los judíos. El libro comienza con 2 cartas, supuestamente de los judíos de Palestina a los judíos de Egipto, en las que se describe la rededicación del templo y se los invita a unirse a la celebración de la fiesta anual de las Luces (1:1-2:18). El autor luego cuenta la historia que condujo a la revuelta macabea (cps 3-7); y en el resto de la obra describe los éxitos de dicha revuelta, las victorias en las batallas (cp 8), la muerte de Antíoco Epífanes (cp 9), la purificación y la rededicación del templo, y las victorias militares subsiguientes obtenidas por Judas Macabeo en favor de los judíos (cps 10-15).

 7. Sabiduría. Tratado político-religioso que combina conceptos teológicos del AT con ideas filosóficas alejandrinas derivadas del platonismo y del estoicismo. Fue escrito en griego durante el s I a.C., probablemente en Alejandría. El autor, que pretende ser Salomón, explica cómo, después de haber sido elegido divinamente como rey (9:7), es dotado de sabiduría en respuesta a la oración (7:7-14). El libro estimula a los judíos a apoyar la sabiduría y la justicia, y muestra la necedad del paganismo. Su segunda mitad es un bosquejo religioso-filosófico de la historia de los tiempos del Pentateuco. Atribuye la preservación de los siervos de Dios, desde Adán a Moisés y más adelante, a la sabiduría (cps 10 y 11), y muestra la locura de la idolatría (cps 13-15). Las historias de Israel y de Egipto son una demostración especial de los resultados de la sabiduría por un lado y la necedad por la otra (cps 16-19).  

8. Eclesiástico. También llamado "Sabiduría de Jesús ben Sirá". Libro sapiencial, el más largo y el más estimado de todos los libros apócrifos. Su nombre, Eclesiástico ([libro] "de iglesia"), lo supone adecuado para leer en la congregación y para la instrucción de los catecúmenos. Es la única obra apócrifa cuyo autor puede ser identificado. Jesús, el hijo de Sirá, era evidentemente un maestro, y se ha sugerido que su libro contiene muchas de las disertaciones que dio en el aula. Fue escrito originalmente en hebreo, c 180 a.C., y fue traducido al griego c 132 a.C. por el nieto del autor. Se han encontrado extensas porciones del original hebreo del Eclesiástico en la genizah de El Cairo, y en las excavaciones de Masada.* Particularmente estas últimas (que proceden del s I d.C.), nos permiten tener un buen grado de confianza en las traducciones griegas de la literatura hebrea temprana. El libro presenta la naturaleza de la verdadera sabiduría en su aplicación a la piedad práctica y a la conducta humana. Sigue el modelo de los libros sapienciales, como el de Proverbios. El contenido no está presentado en forma sistemática. Cubre una cantidad de aspectos de la vida, como los deberes filiales y conyugales, la amistad, la corrección en el habla, el control propio, la hipocresía, las calumnias, la conducta en la mesa, las reglas de etiqueta, las limosnas y el duelo por los muertos. A pesar de lo largo de la obra, el autor afirma: "He pensado más cosas y las expondré, pues estoy colmado como luna llena" (39:12, NBE). Una de sus secciones más famosas es su relato de los hechos de los héroes antiguos (cps 44-50), que comienzan con las familiares palabras: "Hagamos el elogio de los hombres de bien..." Bib.: Pfeiffer, History of the New Testament Times [Historia de los tiempos del Nuevo Testamento], pp 353, 354.  

9. Carta de Jeremías. En realidad, no es una carta, ni fue escrita por el profeta. Es una fervorosa disertación, basada en Jer. 10:11, estimulando a los judíos a aferrarse al Dios de sus padres y a no ser fascinados por los ídolos de la tierra de su cautiverio, que son sólo metal y madera inertes. Aunque la Vulgata Latina y otras versiones, antiguas y modernas, la agregan al libro apócrifo de Baruc como cp 6, es una composición independiente y en muchas versiones se la imprime separadamente, como ocurre en la LXX (y en nuestra NBE; cf BJ). Probablemente fue escrita en griego entre los ss IV y II a.C., aunque no se puede eliminar la posibilidad de que fuera redactada en hebreo o en arameo, especialmente si se considera que el libro proviene de los ss IV o III a.C.

10. Baruc. Libro que sigue el modelo de los escritos proféticos del AT y supuestamente fue escrito por Baruc, amigo y secretario de Jeremías (Jer. 36:4), durante el exilio de Judá en Babilonia. Muchos eruditos lo consideran una obra mixta redactada originalmente en hebreo, por 2 o más autores, y publicada en griego en su forma final en el s I d.C. Su objeto es interpretar la terrible calamidad que cayó sobre los judíos en el 70 d.C. Las secciones en prosa, posiblemente escritas en hebreo (1:1-3:8), describen a los exiliados tan profundamente afectados por el mensaje que se les lee que se arrepienten de sus pecados y envían dinero a Jerusalén para ofrecer sacrificios sobre el altar de Dios. La oración de confesión y la súplica por misericordia divina que sigue es puesta en boca de todo Israel. 
La 2ª mitad del libro (3:9-5:9) sigue un modelo poético que recuerda vivamente porciones de Isaías. Israel ha abandonado a Dios, la fuente de la sabiduría (3:9-4:4), por lo que le han sobrevenido las calamidades del exilio. La sección final (4:5-5:9) promete la restauración de Israel y predice la humillación de sus opresores.  

11. Oración de Azarías y Cántico de los 3 jóvenes. Primera de 3 adiciones no canónicas al libro de Daniel, insertada entre los vs 23 y 24 del cp 3. Probablemente fue compuesta en hebreo cerca del s I a.C. Pretende ser la oración de Azarías (Abed-nego), uno de los 3 hebreos, mientras él y sus compañeros caminan en medio del horno de fuego ardiente (vs 1-23). El ángel del Señor cambia milagrosamente las aterradoras llamas del horno recalentado en "un viento húmedo que silbaba" (vs 24-50, NBE). Luego se describe a los 3 jóvenes unidos en un cántico de alabanza por la liberación (vs 51-90, NBE) que nos recuerda Sal. 148.  

12. Susana. En la Vulgata, este romance religioso sigue al último capítulo de Daniel como cp 13. Probablemente fue escrito en hebreo alrededor del s I a.C. Dos ancianos judíos, designados como jueces, se acercan a Susana, la hermosa y piadosa mujer de Joaquín, un destacado judío babilonio, con intenciones pecaminosas. Como ella rechaza sus sugerencias lujuriosas, la acusan falsamente de haber cometido adulterio, y como resultado es sentenciada a muerte. Pero la salva Daniel, quien interroga separadamente a los acusadores y demuestra, con la contradicción de sus testimonios, que éstos son falsos y maliciosos.  

13. Bel y El dragón. Dos relatos escritos, probablemente en hebreo, durante el s I a.C. En la Vulgata aparecen como el cp 14 de Daniel. El 1º, como el de Susana, es una de las historias detectivescas más antiguas del mundo. En un enfrentamiento con sacerdotes babilonios sobre Bel (Marduk), Daniel esparce cenizas por el piso, y demuestra que no es el ídolo quien come el alimento puesto en el templo sino los 70 sacerdotes con sus familias, quienes entran al lugar por una puerta secreta. La 2ª historia cuenta cómo Daniel mata a un gran dragón, que era objeto de adoración, al darle de comer una mezcla cocida de alquitrán, grasa y pelos. Luego Daniel es arrojado a un foso de leones, donde permanece 6 días, pero milagrosamente lo alimenta Habacuc el profeta, a quien un ángel transporta desde Judea hasta Babilonia.  

14. 1 Esdras. A veces llamado el "Esdras griego" (o 3 Esdr. en la Vulgata Latina, donde Esd. y Neh. se llaman 1 y 2 Esd., respectivamente). Este libro histórico fue compuesto originalmente, probablemente en hebreo, a comienzos del s II a.C. A mediados de ese siglo probablemente fue traducido al griego por un judío egipcio. Este libro ofrece un informe independiente del período cubierto por porciones de 2 Cr., Esd. y Neh., y comienza con la celebración de la Pascua durante el reinado de Josías (621 a.C.) y se extiende hasta la lectura del libro de la ley por Esdras, el escriba (444 a.C.). Sin embargo, con frecuencia no es coherente con las fuentes canónicas y consigo mismo; por ello, a menudo se lo describe como ficción histórica. Ni los católicos ni los protestantes lo aceptan como canónico. Se lo conoce más por su informe de una prueba de ingenio entre 3 miembros de la guardia personal del rey Darío I, quienes buscan la mejor respuesta a la pregunta: "¿Qué es lo más fuerte del mundo?" (1 Esdr. 3:5-4:63). El 1º afirmó: "El vino es lo más fuerte". El 2º dijo: "El rey es lo más fuerte". Pero el 3º, que se sugiere fue Zorobabel, declaró: "Las mujeres son lo más fuerte, pero la verdad vence a todo lo demás". Ante esta respuesta, la gente aplaudió y gritó: "Grande es la verdad, lo más fuerte de todo" (4:41). La narración describe este evento como la oportunidad que aprovechó Zorobabel para obtener el decreto de Darío para continuar con la reconstrucción del templo de Jerusalén (vs 43-57).

15. 2 Esdras. También conocida como 4 Esdr. (o 3 Esdr. cuando, como en el griego, Esd. y Neh. son considerados un solo libro). Esta obra apocalíptica tiene una historia literaria complicada. Las versiones orientales en que nos ha llegado (siríaca, etiópica, armenia, georgiana y 2 en árabe) sólo registran los cps 3-14. Estos abarcan probablemente la obra judía inicial, compuesta a fines del s I d.C. Sólo las versiones latinas contienen el prefacio (cps 1 y 2) y la conclusión (cps 15 y 16), que los eruditos creen que son de origen cristiano, tal vez de los ss II y III d.C., respectivamente. En 1:30, por ejemplo, el pasaje parece claramente tomado de Mt. 23:37, y el texto de 1:37 es comparable con Jn. 20:29. El concepto del rechazo de los judíos como pueblo de Dios y el llamado a los gentiles refleja definidamente un punto de vista cristiano (1:24, 25, 35-40; 2:10, 11, 34). Los cps 3-14 son de un supuesto Apocalipsis de Salatiel, identificado con Esdras (AS-E). Se cree que esta parte del libro 77 quizá fue escrito en hebreo, en algún momento próximo al fin del s I d.C., y que se lo llamó Esdras para que fuera aceptado por el judaísmo rabínico de la época. El AS-E contiene 7 visiones que intentan develar el futuro y dar respuesta a ciertas facetas del problema del trato de Dios con su pueblo. El autor usa un simbolismo complicado, especialmente en las visiones de la mujer de luto (9:26-10:59), el águila de 3 cabezas (con 12 alas grandes y 8 alas menores; 11:1-12:39) y del hombre que surge del mar (13:1-56).
 El cp 14 presenta un informe ficticio de la restauración de los libros sagrados que, según dice, Nabucodonosor había quemado, y afirma que Esdras dictó a 5 secretarios el contenido de 24 libros del AT y 70 apocalipsis. En las versiones orientales, la historia culmina con la asunción de Esdras.
 Los cps 15 y 16 se hacen eco de algunos episodios del NT. 2 Esd. no es aceptado como canónico ni por católicos ni por protestantes. En realidad, la enumeración anterior sólo se refiere a los libros que dan lugar a divergencias de opinión con respecto a su inclusión en el canon del AT. Pero existen muchísimas obras sobre las que no hay discrepancias de juicio, y tanto católicos como protestantes están de acuerdo en considerarlos apócrifos. He aquí algunos como ilustración (sólo los del AT): Odas de Salomón; Apocalipsis de Elías, Apocalipsis de Sofonías, Oración de José, Tratado de Sem, José y Asenet, Vidas de los Profetas, La escala de Jacob, etc. (para las obras con falsa autoría, véase Seudoepigráficos).

                                APOCRIFOS DEL NUEVO TESTAMENTO
Los apócrifos del NT nunca tuvieron entre los cristianos la estima de que gozaron los apócrifos del AT. Pocos de ellos fueron alguna vez considerados serios candidatos a la canonicidad. Montague Rhodes James, en su prefacio a The Apocryphal New Testament, dice que el lector puede verificar la sabiduría de esta decisión leyendo por sí mismo tal literatura: "Muy pronto se verá que no hay dudas de por qué se excluyeron del Nuevo Testamento: lo hicieron solos" (pp xi, xii). Véase Seudoepigráficos. Ninguno de los libros clasificados como apócrifos del NT son anteriores al s II d.C. Ninguno de ellos puede reclamar con razón haber sido escrito por apóstoles o tener autoridad apostólica, una de las pruebas de canonicidad para la iglesia primitiva. Su calidad literaria y espiritual los señala definidamente como de segunda clase. Veamos las clasificaciones y algunas de sus obras.

 I. EVANGELIOS APOCRIFOS 
Las referencias y citas de los Evangelios extrabíblicos esparcidos en los escritos patrísticos, combinados con antiguas listas de obras y fragmentos no canónicos de manuscritos procedentes de Egipto, proporcionan pruebas de la existencia de unos 50 Evangelios apócrifos. De muchos de ellos poco o nada se sabe, más que su nombre. Sólo se pueden mencionar aquí unos pocos de los más destacados.  
1. Evangelio de los Egipcios. Se originó en Egipto y se escribió en griego poco antes de mediados del s II d.C. Esta obra encabeza la lista de Evangelios heréticos que da Orígenes. Nuestra principal fuente de información con respecto a él es Clemente de Alejandría (c 150-c 220 d.C.), quien conservó unas pocas citas y quien nos dice que era leído y aceptado por los ascéticos encratitas. También se refieren a él otras 2 obras: la Refutación de todas las herejías de Hipólito, y el Panarion de Epifanio. Estos escritores revelan que, además de ser fuertemente ascéticos en sus enseñanzas, apoyan el sabelianismo (una herejía que hace del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo meros aspectos sucesivos de una unidad eterna) y la idea de la fluidez del alma.
 2. Evangelio de los Hebreos. Llamado así porque fue usado por cristianos de origen judío en Egipto, o por cristianos con tendencias fuertemente judías. Está constituido mayormente por material tomado del Evangelio canónico según Mateo. Se lo conoce por unas pocas citas de escritores cristianos tempranos, principalmente Jerónimo. Con referencia a la tentación, pone en boca de Jesús: "Aun ahora mi madre, el Espíritu Santo, me tomó por uno de mis propios cabellos y me llevó al gran monte Tabor". Jerónimo menciona 2 incidentes interesantes, relacionados con la resurrección, que se encuentran en este Evangelio. En uno de ellos se cuenta que Jesús le dijo a Pedro y a los que estaban con él: "He aquí, tóquenme y vean que no soy un espíritu descarnado (demonio)". En el otro se declara: "Ahora bien, el Señor, cuando hubo dado la tela de lino al siervo del sacerdote, fue hacia Santiago y se le apareció (porque Santiago había jurado que no comería pan desde que había participado de la copa del Señor hasta que lo viera resucitado de entre los que duermen)".  
3. Evangelio de Pedro. Trabajo con seudónimo del s II d.C. caracterizado por el antijudaísmo y el docetismo (enseñanza que niega la verdadera humanidad de Jesús al atribuirle sólo un cuerpo como de fantasma), y en consecuencia niega la realidad de sus sufrimientos. Un fragmento de este Evangelio fue descubierto en 1886 en una tumba en Akhmim, en 78 el Alto Egipto, y fue publicado en 1892. Su naturaleza docetista se revela claramente en 2 citas: "Y trajeron dos malhechores, y crucificaron al Señor entre ellos. Pero él guardó silencio, como si no sintiera dolor". "Y el Señor clamó en voz alta diciendo: 'Mi poder, mi poder, tú me has abandonado'. Y después de haber dicho esto, fue llevado arriba".  
4. Evangelio de los Ebionitas. Obra escrita probablemente en griego, hacia fines del s II d.C., para promover los puntos de vista cismáticos de los ebionitas, judíos cristianos afectados por el gnosticismo. Orígenes lo conoció como Evangelio de los Doce apóstoles. Se sabe de su existencia mayormente por las citas que de él hace el Panarion de Epifanio. Los ebionitas eran vegetarianos, y su Evangelio describe la alimentación de Juan como de miel silvestre y tortas sumergidas en aceite.  
5. Evangelios de Tomás. a) Uno pretende ser "la narración de Tomás el israelita, el filósofo, con respecto a las obras de la niñez de Jesús". Se ocupa mayormente de una serie de supuestos milagros realizados por Jesús mientras era niño, entre los 5 y los 12 años. De acuerdo con estos informes, Jesús niño poseía poderes sobrenaturales, pero eran usados a menudo con fines destructivos y vengativos. La gente hasta se quejaba ante José: "Tú, que tienes este niño, no puedes vivir con nosotros en la aldea: o le enseñas a bendecir o [le enseñas] a no maldecir; porque mata a nuestros niños" (cp IV). b) Otro es un trabajo también llamado Evangelio de Tomás, una colección de más de 100 dichos (lóguion) de Jesús, que menciona la literatura patrística. Algunos eran conocidos por un papiro encontrado en Oxirrinco.* La colección completa en una traducción copta fue descubierta en Nag Hamadí,* en Egipto, en 1946. Curiosamente, uno de estos "Dichos de Jesús", ya conocido por una colección encontrada en Oxirrinco, atribuye al Señor esta declaración: "Si no guardáis el sábado como sábado, no veréis al Padre" (Dicho Nº 28). 
6. Protoevangelio de Santiago. Uno de tantos "Evangelios de la infancia" que intentaron glorificar la niñez de Jesús. Pretende promover la santidad y la veneración de la Virgen María. Siguiendo el modelo del relato del nacimiento de Samuel, narra el anuncio angélico del nacimiento de María a Joaquín y Ana, sus padres, en respuesta a sus fervientes oraciones, y cómo María, al igual que Samuel, fue presentada al Señor y educada en el templo. Describe la milagrosa concepción de Jesús, y su vida en el hogar de José, un viudo anciano. Declara que Zacarías, padre de Juan el Bautista, fue asesinado por Herodes al no querer revelar el lugar donde se escondía Elisabet y Juan cuando mataron a los niños de Belén. Con respecto a este Evangelio, pretendidamente escrito por Santiago, el hermano del Señor, el Dr. E. J. Goodspeed, dijo: "Ningún Evangelio es más completamente ficticio que éste".  
7. Evangelio de Nicodemo. Uno de "Evangelios de la pasión", también llamado Hechos [o Actas] de Pilato. Data de mediados del s IV d.C., y está constituido por 2 partes diferentes: a) la narración del juicio, de la pasión y de la resurrección, donde se destacan particularmente las partes desempeñadas por Pilato y por Nicodemo; b) un relato del supuesto descenso al infierno. Los hipotéticos documentos de Pilato con respecto a Jesús son pura fantasía.

II. HECHOS APOCRIFOS Conjunto de relatos fantásticos de viajes de los grandes líderes apostólicos. Surgieron en la iglesia primitiva para suplementar el breve informe que da nuestro libro cánonico de los Hechos, que se centra en Pedro (Hch. 1-12) y en Pablo (13-28). Y aunque se dan los nombres de los apóstoles en el cp 1, nada se dice en la obra del trabajo o de la suerte de la mayoría de ellos. Aun la narración acerca de Pablo se corta de repente, sin dar ninguna información acerca de lo que ocurrió con su juicio. Los Hechos apócrifos pretenden responder las preguntas que surgen naturalmente de este silencio, pero los informes son de carácter puramente legendario. Exaltan a los apóstoles por sobre el nivel de la realidad y hacen de ellos personajes fantásticos. Aunque pueda haber algo de verdad en algunos incidentes que se narran, en su mayor parte están desprovistos de valor histórico. Se explayan en relatos maravillosos de naturaleza milagrosa. Son de un carácter fuertemente ascético. Las relaciones matrimoniales son consideradas como malas. La mayoría de ellos presenta puntos de vista heréticos con respecto a Jesús conocidos como docetismo, y algunos enseñan una forma ingenua de modalismo, doctrina que no hace una distinción clara entre el Padre y el Hijo. Sin embargo, contienen pasajes de ferviente piedad y sincera devoción. Sólo mencionaremos 5 de los más destacados Hechos apócrifos. 
1. Hechos de Juan. Narración ficticia de los viajes del apóstol escrita en el s II d.C. Contiene relatos imaginarios de sus milagros y discursos. Es especialmente digno de notar por su exposición del punto de vista docetista de nuestro Señor (véase I, 3). Jesús aparece en 79 formas variables y cambiantes: como joven y como anciano, como inmaterial y como cuerpo sólido (cps 89-93). Podía andar sin comer ni dormir (89). No dejaba huellas cuando caminaba (93). Sus sufrimientos no fueron reales y en la crucifixión fue un fantasma (97-101). Así, los Hechos de Juan presentan al apóstol enseñando exactamente la doctrinas que su Evangelio y sus epístolas estaban destinadas a enfrentar y a refutar.  
2. Hechos de Pablo. De acuerdo con Tertuliano, es una novela apostólica producida por un presbítero del Asia antes del 190 d.C. y después del martirio de Policarpo, que ocurrió c 155 d.C. Sólo quedan fragmentos de él. Es notable por su famosa descripción de Pablo como un hombre de baja estatura, calvo, de piernas curvadas, cejijunto y con una nariz prominente. También contiene el bien conocido relato de Pablo y Tecla. Tecla es una virgen que deshace su compromiso con Tamyris, después de escuchar las enseñanzas del apóstol que exaltan las virtudes de la virginidad, y luego lo sigue. La obra también consigna algunas supuestas correspondencias intercambiadas con la iglesia de Corinto (a veces llamada 3 Co.), y un informe del martirio de Pablo. El libro expresa una fuerte aversión al matrimonio y contiene varias presuntas bienaventuranzas del apóstol acerca de la castidad, incluyendo la que dice: "Bienaventurados son los que tienen esposa como si no la tuvieran, porque heredarán a Dios". Durante un buen tiempo Hechos de Pablo fue altamente estimado en el Oriente.  
3. Hechos de Pedro. Libro con los milagros y las palabras de Pedro, producido cerca del fin del s II o comienzos del s III d.C. Se han recuperado, de diversas fuentes, unos 2/3 del texto. Narra cómo Pedro llegó a Roma, y cuenta lo que hizo y enseñó allí, particularmente su oposición a Simón el Mago, quien había desviado a la mayor parte de los miembros de la iglesia de Roma. Al refutar al mago, Pedro hace toda clase de milagros, como hacer hablar a un perro, nadar a un arenque muerto, hablar a un bebé como si fuera un adulto, y que varias personas se levanten de los muertos. De acuerdo con la narración, la enseñanza de Pedro sobre el ascetismo y la castidad causa la separación de muchas mujeres de sus esposos, lo que finalmente le trae dificultades con las autoridades, las que están decididas a matarlo. Al principio cede a los ruegos de sus amigos y huye de Roma. Pero al salir se encuentra con el Señor Jesús que entra en la ciudad, y Pedro le pregunta a Jesús: "Señor, ¿a dónde vas?" (la famosa leyenda del Quo vadis). La respuesta fue: "Voy a Roma para ser crucificado". Pedro entonces regresa y es crucificado cabeza abajo, a su pedido. Hechos de Pedro es de interés para el estudioso de la historia de la observancia del sábado y del domingo, puesto que el libro designa específicamente al 1er día de la semana como el "día del Señor". 
4. Hec hos de Andrés. Obra que cuenta los viajes y los hechos maravillosos del apóstol Andrés en el Ponto, en Bitinia, en Macedonia y en Grecia. Los eruditos no están de acuerdo en la fecha de su composición, pero lo más probable es que se haya escrito antes del 200 d.C. y cerca del tiempo de Hechos de Pablo. Hay alguna evidencia de que este último pueda tener alguna dependencia de aquél. Como Hechos de Pedro y Hechos de Pablo, el de Andrés considera la relación conyugal como mala y estimula el celibato y la continencia. El apóstol persuade a Maximila, esposa de Aegetes, procónsul de Grecia, a abandonar a su esposo; como consecuencia, Andrés sufre el martirio. Lo crucifican, pero permanece en la cruz 3 días, y luego de rehusar la liberación, finalmente sucumbe. 
5. Hechos de Tomás. Relato de los viajes de "Judas" Tomás, escrito probablemente hacia fines del s II d.C. Se conserva íntegramente. Los eruditos están divididos en cuanto a la lengua en que se escribió: mientras algunos opinan que fue escrito en siríaco, otros creen que fue en griego; finalmente hay quienes sostienen que el libro se redactó en ambos idiomas. Trasunta fuertes ideas gnósticas, usa fraseología maniquea y enseña el ascetismo. La vida abstemia de Tomás se describe así: "Ayuna continuamente y ora, y come sólo pan, con sal, y su bebida es el agua, y no viste más que una pieza de ropa en tiempo bueno y en invierno, y no recibe nada de ningún hombre y lo que tiene lo da a otros" (cp 20). El libro presenta una condición indispensable para la salvación: la abstinencia de relaciones sexuales, que llama "sucio trato sexual" (cp 12). Consiste de 13 "hechos" de Tomás, seguidos por un informe de su martirio. El relato comienza con una reunión de los apóstoles en Jerusalén para dividir las regiones del mundo para el servicio cristiano. Tomás recibe la India como su suerte, pero rehúsa aceptar esta misión aun después que Jesús se le aparece y trata de dispersar sus temores. El Señor entonces lo vende como esclavo carpintero a un mercader (Abanes) enviado por el rey de la India. En la India, el ministerio de Tomás está lleno de lo milagroso y sobrenatural. La cría de un asno habla. Una serpiente es obligada a 80 absorber el veneno del cuerpo de un joven asesinado, con lo que vuelve a la vida. Una joven que fue muerta recibe otra vez la vida y relata los horrores de su experiencia en el infierno. Cuatro asnos salvajes son llamados como sustitutos de unas bestias de carga exhaustas. Uno de ellos exorciza un demonio de una mujer y de su hija. Tomás es liberado de la prisión para bautizar a unos conversos, y después de su retorno, el sello de las puertas de la prisión aparecen como si no se hubieran roto. Todo el libro está desprovisto de valor histórico, aunque el autor usó personajes históricos. 6. Hechos secundarios. Entre las obras de importancia secundaria se podría nombrar Hechos de Felipe, Hechos de Mateo, Hechos de Andrés y Mateo, Hechos de Pedro y Andrés, Hechos de Andrés y Pablo, Hechos de Bartolomé, Hechos de Simón y Judas, Hechos de Tadeo, Hechos de Bernabé, etc. III. Epístolas apócrifas. Escritos de este tipo no son muy numerosos y tampoco impresionantes. Las epístolas del NT son más difíciles de imitar que los Evangelios o los Apocalipsis, y por lo tanto, es más fácil descubrir sus falsificaciones. Dos cartas espurias pretenden ser la correspondencia entre Jesús y Abgaro, rey de Edesa. Las Homilías clementinas comienzan con una supuesta carta de Pedro a Santiago. Obras atribuidas a Pablo incluyen la Epístola a los laodicenses, que pretende ser la carta mencionada en Col. 4:16; la perdida epístola a los Corintios (cf 1 Co. 5:9), que es parte del apócrifo Hechos de Pablo; y la falsificada correspondencia de Pablo con Séneca: 14 cartas, 6 atribuidas a Pablo y 8 a Séneca. También se deberían mencionar la pseudo Epístola de Tito, el discípulo de Pablo, acerca del estado de castidad. Finalmente, una Epístola de los apóstoles, escrita a mediados del s II "para todos los hombres" en el nombre de los apóstoles de Jesús. Ninguna de ellas puede pretender con justicia un lugar en el canon del NT.  

IV. Padres Apostólicos. 
Más importantes que las epístolas apócrifas son las así llamadas de los Padres Apostólicos, que generalmente no se incluyen en la literatura apócrifa del NT, pero algunas de los cuales durante un tiempo tuvieron pretensiones serias de canonicidad. Varios de estos escritos están en la forma de epístolas o cartas.  
1. 1 Clemente. Carta de la iglesia de Roma a la de Corinto escrita entre el 75 y 110 d.C., y más probablemente alrededor del 95 d.C. El verdadero autor de la carta, de acuerdo con la tradición de la iglesia primitiva, fue Clemente, cabeza de la iglesia de Roma. Su tema principal es un llamamiento a la iglesia de Corinto a eliminar sus diferencias y a someterse a la autoridad de los ancianos, algunos de los cuales habían sido depuestos. Contiene la aseveración clara más temprana del principio de la sucesión apostólica (cp 44). También las referencias no canónicas más tempranas referentes a Pedro y a Pablo, y constituyen un valor para el estudio del canon del NT por sus citas, alusiones y referencias a los libros del mismo. Aparentemente, fue aceptado como canónico por Clemente de Alejandría (muerto c 220 d.C.). El Ms bíblico llamado Códice Alejandrino, del s V d.C., lo incluye, y un Ms de la versión siríaca del s XII d.C. lo incluye entre las cartas de Pablo y las epístolas católicas. Fue mencionado como parte del NT en los cánones apostólicos de c 350 d.C. 
2. 2 Clemente. No es realmente una carta ni es de Clemente. Es un sermón, escrito a mediados del s II d.C., que se asoció con 1 Clemente. Es una apelación al arrepentimiento, a una vida pura y piadosa, y a creer en Cristo y en la resurrección.  
3. Epístola de Bernabé. Obra anónima que se originó en la 1ª mitad del s II d.C., y que la tradición erróneamente atribuye a Bernabé, el amigo de Pablo.  
4. El Pastor de Hermas. Homilía del s II d.C. atribuida a un Hermas de Roma, quien pretendía tener el don de profecía. Este libro consiste mayormente de alegorías, y representa un intento de restablecer la autoridad del don profético que se estaba perdiendo en la iglesia. Algunos lo consideraron canónico; fue incluido en el NT en el Códice Sinaítico. 
5. La Didajé (o Enseñanzas de los Doce apóstoles). Manual para la iglesia que data probablemente del s II d.C. Está dividido en 2 partes: la primera posiblemente sea una obra judía llamada Los dos caminos; y la segunda, una especie de manual de organización eclesiástica.

V. APOCALIPSIS APOCRIFOS 
1. Ascensión de Isaías. Obra mixta, judeo-cristiana, de alrededor del s II d.C., transmitida en forma completa sólo en una traducción etíope. La 1ª parte (cps 1-5), considerada de origen judío, relata la historia del martirio de Isaías, quien murió "aserrado" (cf He. 11:37). La 2ª parte, llamada "la visión que Isaías... vio" (cps 6-11), describe el viaje del profeta a través de los 7 cielos, durante el cual vio muchos misterios relativos a Cristo ("el amado"): su descenso a la tierra y su crucifixión, su ascensión y su lugar a la diestra de la gloria.  
2. Apocalipsis de Pedro. Este escrito, de 81 mediados del s II d.C., es el más importante de los Apocalipsis apócrifos cristianos. Se debe distinguir del Apocalipsis de Pedro gnóstico, descubierto en 1946 en Nag Hamadí.* Se ha conservado parte en un fragmento griego descubierto en 1886 en la tumba de un monje cristiano en Akhmim, Alto Egipto, como también en una traducción etíope conocida desde 1910, que se considera más cerca del original que el fragmento griego. Este Apocalipsis, que alcanzó gran circulación y mucha estima, es digno de notarse por sus vívidas descripciones del castigo preciso por pecados específicos de los perdidos. Son atormentados sobre ruedas incandescentes y ríos de fuego por demonios con serpientes, gusanos y buitres. Estas descripciones derivan de fuentes no cristianas como el orfismo y el pitagorismo. También incluye una breve descripción del paraíso de los redimidos, perfumado y lleno de frutos.  
3. 5 Esdras. Idéntico al 4 Esd. 1 y 2 en los Mss latinos. Contiene una invectiva, que recuerda pasajes del AT, contra el pueblo judío "duro de cerviz" por causa de sus pecados (cp 1), y promesas consoladoras a sus sucesores, los cristianos, como pueblo de Dios (cp 2).  
4. 6 Esdras. Idéntico al 4 Esd. 15 y 16 en los Mss latinos. Estos 2 capítulos describen la suerte y la destrucción total que viene a "toda la redonda tierra" por causa de la maldad. Pero Dios librará a sus elegidos de esos días de terrible desolación. 
5. Sibilas cristianas. El término "sibila" designaba a una de varias clases de mujeres antiguas quienes, en estado de éxtasis, predecían eventos futuros. Los oráculos sibilinos judeo-cristianos están expresados en exámetros griegos. Evidentemente, los primeros 5 libros son judíos con interpolaciones cristianas. Los libros 6 al 8 son puramente cristianos. El 6 contiene un himno a Cristo y al bendito árbol sobre el que fue "extendido". El 8, de 500 líneas, es el más importante. Comienza con un anuncio de condenación de la depravada y atea Roma. Luego sigue un canto de triunfo escatológico de Cristo. Las letras iniciales de las líneas griegas 217-250 forman el famoso acróstico (IESOUS): "Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador". El libro cierra con un himno a Dios y al Logos que se encarnó. El 7 presenta varias profecías escatológicas y preceptos morales y rituales.  
6. Apocalipsis de Pablo. Libro de fines del s IV o V d.C. que pretende describir lo que Pablo vio cuando fue "arrebatado hasta el tercer cielo" (2 Co. 12:2-4). Comienza con una introducción que cuenta el hallazgo de la revelación de Pablo en una caja de mármol bajo su casa en Tarso, junto con el calzado que usaba cuando "caminaba enseñando la palabra de Dios". Luego sigue la queja: "¿Por cuánto tiempo transgredirás y añadirás pecado a pecado y tentarás al Señor que te hizo?" Después de ser arrebatado al 3er cielo, Pablo presencia la aprobación de un alma justa y la condena de un alma impía. Describe la "ciudad de Cristo" con sus 12 muros, 12 torres, 12 puertas y 4 ríos. Allí encuentra a muchos santos del AT y a María la madre de Jesús. Luego se le muestra la terrible condenación de varias clases de pecadores. Por causa de los ángeles, de Pablo y de los cristianos que oran sobre la tierra, un grupo tendrá respiro del castigo los domingos.
 7. Apocalipsis de Tomás. Profecía de las "señales que ocurrirán al fin del mundo", pretendidamente revelada al apóstol por el "Hijo de Dios el Padre y... el padre de todos los espíritus". Probablemente fue escrita en latín por el s V d.C. Es singular por el hecho de que presenta 7 señales del fin para los 7 días de tiempo.
 8. Apocalipsis de Esteban. Esta obra, que cuenta la reaparición de Esteban, el 1er mártir cristiano, evidentemente fue muy valiosa para la herejía maniquea. Fue condenada en el s VI d.C., junto con los Apocalipsis de Pablo y de Tomás, por el Decretum Gelasianum; no se sabe de ningún texto que haya sobrevivido. 
9. Apocalipsis de la Virgen. En 2 Apocalipsis independientes, uno griego y otro etíope, se narra que la Virgen María vio los tormentos de los perdidos. VI. Escritos gnósticos apócrifos. Para un análisis de estos libros apócrifos de naturaleza gnóstica, descubiertos en Nag Hamadí en traducciones coptas, véase Nag Hamadí.

 VII. APOCRIFOS MODERNOS 
Existe cierta cantidad de escritos religiosos, producidos en tiempos modernos, que pretenden estar basados en documentos antiguos, pero que han sido expuestos como falsificaciones o como ficción. Entre ellos están: 
 1. Libro de Jasher, 1751, por Jacob Ilive.  
2. Crucifixión de Jesús vista por un testigo, 1851. 
3. Hechos 29, 1871. 
4.Informe de Pilato, 1879, por W. D. Mahan (edición ampliada, 1884, llamada The Archaeological and the Historical Writings of the Sanhedrin and Talmuds of the Jews [Los escritos arqueológicos e históricos del Sanedrín y los Talmud de los judíos], o The Archko Volume [El volumen Archko], o la Archko Library [La Biblioteca Archko]).82 
5. Confesiones de Poncio Pilato, 1889, escrito como ficción por un obispo libanés.  
6. Vida desconocida de Cristo, 1894, por Nicolás Notovitch.  
7. Segundo libro de los Hechos, por mucho tiempo perdido, 1904, por Kenneth G. Guthrie. 8. Evangelio de Acuario, 1911, por Levi H. Dowling.  
9.Los libros perdidos de la Biblia, 1926. Bib.: M. R. James, The Apocryphal New Testament [El NT apócrifo] (Oxford, 1955); Hennecke-Schneemelcher, New Testament Apocrypha [Apócrifos del NT], tr. y ed. por R. McL. Wilson, 2 ts (Filadelfia, 1963,1965); E. J. Goodspeed, Famous Biblical Hoaxes or Modern Apocrypha [Famosas falsificaciones bíblicas o Apócrifos modernos] (Grand Rapids, Mich., 1956); A. de Santos Otero, Los Evangelios apócrifos, 7ª ed. (Madrid, BAC, 1991).

(Fuente DBA)

martes, 25 de septiembre de 2012

245. “EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN”


E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria. 
1 Timoteo  3:16. 

¿Fue la naturaleza humana del hijo de María transformada en la naturaleza divina del Hijo de Dios? No, ambas naturalezas fueron misteriosamente fusionadas en una sola persona: el Hombre Cristo Jesús. En El moraba toda la plenitud de la Divinidad corporalmente. Cuando Cristo fue crucificado, fue su naturaleza humana la que murió. La Deidad no se debilitó ni murió; eso habría sido imposible. Cristo, el Inmaculado, salvará a cada hijo e hija de Adán que acepte la salvación ofrecida, y que consiente en ser hijo de Dios. El Salvador compró a la raza caída con su propia sangre. Este es un gran misterio, un misterio que no será total y completamente comprendido en su magnitud hasta que la traslación de los redimidos tenga lugar. 

Entonces el poder, la grandeza y la eficacia del don de Dios para el hombre serán entendidos. 
 Pero el enemigo está decidido a que este don esté envuelto en el misterio que llegue a ser insignificante. Tendremos que enfrentar falsos sentimientos. Nunca, nunca podremos permitimos poner nuestra confianza en la magnificencia humana, como algunos lo han hecho, mirando al hombre como los ángeles en el cielo lo hicieron con el rebelde Lucifer y finalmente perdieron el sentido de la presencia de Cristo y de Dios. ¿Quién, escudriñando, puede descubrir a Dios en su perfección? 

Los evangelios presentan el carácter de Cristo como infinitamente perfecto. Desearía poder decir esto de modo tal que el mundo entero pudiera oír el propósito de la misión y obra de Cristo. 
 Lean y escudriñen las Escrituras, en las cuales Jesús aparece como el ideal divino de nuestra fe. Cuando el ser finito, bajo la sutil influencia del tentador, comienza a cuestionar las palabras de Aquel a quien se llama "Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz" (Isa. 9:6), 
su concepto de sí mismo aumenta y el de Cristo y Dios disminuye... 

Los hombres más talentosos de la tierra podrían hallar abundante motivo de placer -desde ahora hasta el juicio- por todas las facultades otorgadas por el Señor, en ensalzar el carácter de Cristo. Pero aun así no lograrían presentarlo como El es. Los misterios de la redención, incluyendo el carácter divino-humano de Cristo, su encarnación, su expiación por el pecado, podrían emplear las plumas y las facultades mentales más agudas de los hombres más sabios a partir de ahora hasta que Jesús sea revelado en las nubes del cielo en poder y gran gloria.  

 Sin embargo, aunque esos hombres pusieran toda su capacidad para tratar de ofrecer una representación de Cristo y su obra, la misma estaría lejos de la realidad... El tema de la redención ocupará la mente y la lengua de los redimidos a través de las edades eternas. El reflejo de la gloria de Dios brillará siempre y para siempre del rostro del Salvador.
 (Carta 280, del 3 de septiembre de 1904, 
dirigida a los ministros, médicos y maestros). 
Alza tus Ojos de E. G. de White