Al terminar un año, y empezar otro, debe llamarnos a la reflexión de cómo estamos viviendo: Cada año nuevo es un año menos para vivir.
Es una realidad que es imposible eludir.
Puedes obviar esto, pero no por eso
seguirá vigente esta realidad.
Y cuando llegue el fin de nuestro
peregrinaje en este mundo. Nunca debemos olvidar que existe un Dios a quien
daremos cuenta del don de la vida que nos dio y del deber fielmente cumplido,
porque en cada lugar que él nos ha puesto, requiere fidelidad.
Por tanto, vivamos hoy responsablemente, que la vida tiene elementos como la salud, que hay que cuidar para vivir bien. Pueden faltar los demás elementos… pero si hay salud hay esperanza de que sea posible lograrlo.
Por tanto: “Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento” (Proverbios 3:5 BA).
¡Y
Un Feliz Año Nuevo! HNO. Pío Pablo