Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se
enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad. (Proverbios 16:32).
[El que tarda en airarse] ha vencido al yo- el enemigo más poderoso que el hombre tiene
que enfrentar.
La Mayor evidencia de nobleza en
un cristiano es
el dominio propio, El que puede permanecer inconmovible en medio de
una tormenta de
ultrajes es uno de los héroes de Dios.
Dominar el espíritu es mantener el yo bajo disciplina; resistir el mal; regular
cada palabra y acto por
la gran norma de la justicia de Dios.
El que ha aprendido a enseñorearse de su espíritu se elevará por
encima de los desaires, las contrariedades, los disgustos a los
cuales estamos expuestos
diariamente, y éstos dejarán de arrojar una sombra sobre su ánimo.
Es El Propósito de Dios que el regio poder de la razón santificada, controlado por la gracia divina, Ejerza
Dominio en las vidas de los
seres humanos. El que se enseñorea de su espíritu está en posesión de este poder.
En la infancia y en la juventud el carácter es de lo más
impresionable. La facultad del dominio propio debería adquirirse entonces.
Junto al hogar
y a la mesa familiar se
ejercen influencias
cuyos resultados son tan duraderos como la eternidad.
Más que cualquier dote natural, los hábitos establecidos en los años tempranos determinarán si un
hombre ha de ser
victorioso o vencido en la batalla
de la vida.
En el uso del lenguaje no hay, tal vez, un error que adultos
y jóvenes estén más
propensos a pasar ligeramente por alto que la conversación apresurada e impaciente.
Piensan que
es excusa suficiente
alegar: "Estaba desprevenido, y no quise realmente decir
lo que dije". Pero
la Palabra de Dios no lo trata ligeramente...
La mayor parte de los disgustos, las angustias y las irritaciones de la vida se deben al
temperamento descontrolado.
En un momento,
por palabras apresuradas, apasionadas,
descuidadas, puede
producirse un mal que el arrepentimiento de una vida entera no podrá deshacer. ¡Oh, los corazones que son quebrantados,
los amigos que
son alejados, las vidas que son arruinadas, por
las palabras
rudas y apresuradas de los que podrían haber traído ayuda y sanidad!
El Exceso
De Trabajo es a veces causa de la pérdida del dominio propio. Pero el
Señor nunca exige movimientos apresurados y complicados.
Muchos
acumulan sobre sí cargas
que el misericordioso Padre celestial no colocó
sobre ellos. Deberes
que El nunca planeó que realizaran
se suceden unos a otros
alocadamente.
Dios desea
que comprendamos que no glorificamos su nombre cuando
asumimos tantas cargas que estamos
sobrecargados y,
al quedar agotados del
corazón y de la menté, nos irritamos
y enojamos y refunfuñamos.
Hemos
de llevar únicamente las responsabilidades que el Señor nos encomienda, confiando
en El, y manteniendo así nuestros corazones
puros y dulces y
compasivos. Review and Herald, 31
de octubre de 1907. RJ284/EGW/MHP 285