miércoles, 30 de mayo de 2012

229. “LA FE QUE DISTINGUE”


Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo 
y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve. Mal. 3:18.

Ahora debe ejercitarse constantemente una fe poderosa. Un poder que despierte debe revelarse en cada creyente. No debemos actuar más como pecadores, sino que como cristianos deberíamos estar revelando una fe viva y salvadora. Esta fe viva en Cristo Jesús producirá frutos. Habrá una santa y firme entrega a Dios. Obrando con la vista puesta únicamente en su gloria seremos guardados en medio de los peligros de los últimos días. ¿Qué ha sostenido a los cristianos de todos los tiempos, en medio de los reproches, las tentaciones y los sufrimientos? Una fe pura y confiada, ejercitada permanentemente para comprender cuál es la verdad que santifica al receptor, y encargar la custodia del alma a Dios bajo cualquiera y toda circunstancia, como a Alguien que ellos sabían no traicionaría su confianza. Nuestro Creador guardará aquel día a quien se someta a Él.

Cristo, por medio de su sacrificio para salvar a los pecadores, dio evidencias de su gran amor por el alma humana. Entregó su vida para asegurar nuestra salvación. Cómo insultan muchos al Salvador, engañados por las tentaciones de Satanás, al abusar de sus privilegios, al negarse a reconocer su amoroso interés en ellos. No obstante, El, su Creador y Redentor, tolera con paciencia el persistente menosprecio de sus misericordias. Como este asunto se presenta cada día con insistencia a mi mente, estoy tan asombrada que no puedo conservar mi paz. Anhelo llegar a los pecadores y clamar: "Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?" (Eze. 33:11).

Cristo con su propia sangre compró a toda la familia humana. Somos su posesión adquirida por precio. Desea que los que declaran creer en El reciban su poder, para que en esta generación maligna y perversa puedan ser hijos de Dios, y para que puedan revelar -a un mundo fascinado y corrompido por Satanás- que Dios es amor y que existe una diferencia clara y notoria entre el que sirve a Dios y el que [no] le sirve. El Señor conoce a los suyos...  

La línea divisoria entre el que sirve a Dios y el que no le sirve se está haciendo más y más marcada. Así es como el Señor se propone que sea. Una fe enérgica y viviente distingue al pueblo de Dios de los pecadores, quienes por rechazar a Cristo dan continuamente al mundo un testimonio palpable: 
"No permitiré que ese hombre Cristo Jesús me gobierne. No comeré ni beberé para la gloria de Dios, sino que seguiré mis inclinaciones, comiendo y bebiendo como me plazca. No llevaré el yugo de Cristo; no aprenderé sus enseñanzas de mansedumbre y humildad de corazón; haré mi voluntad y viviré en este mundo una vida de placeres" 
(Carta 131, del 18 de agosto de 1902, 
dirigida a Emma White). 
Alza tus Ojos de E. G. de White

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