Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh
Jacob, y Formador tuyo, oh Israel:
No temas, porque yo te redimí; te puse
nombre, mío eres tú. Isa. 43:1.
Todo obstáculo para la redención del
pueblo de Dios ha de ser erradicado abriendo la Palabra de Dios y presentando
un simple "Así dice el Señor". La verdadera luz ha de resplandecer, puesto que tinieblas cubren la
tierra y densa oscuridad a los pueblos. La verdad del Dios viviente debe
aparecer en marcado contraste con el error. Proclamen las buenas nuevas:
Tenemos un Salvador que dio su vida para que todo aquel que en El cree, no se
pierda, mas tenga vida eterna.
Aparecerán trabas para impedir el
progreso de la obra del Señor, pero no teman. A la omnipotencia del Rey de reyes, nuestro Dios, observador del pacto,
une la bondad y el cuidado de un tierno pastor. Nada puede obstruir su camino. Su
poder es absoluto y es la garantía inamovible del cumplimiento de sus promesas
a su pueblo. Puede quitar todo obstáculo para el adelanto de su causa. Tiene
medios para eliminar toda dificultad, a fin de que los que lo sirven y respetan
los métodos que El emplea sean librados. Su benignidad y amor son infinitos, y su pacto es inalterable. . .
La iglesia de Cristo es el instrumento de
Dios para la proclamación de la verdad. Está autorizada por El para efectuar una labor especial, y si es fiel a
Dios y obediente a todos sus mandamientos, morará en ella la excelencia del
poder divino. Si honra al Señor Dios de
Israel ningún poder podrá oponérsele. Si
mantiene su fidelidad, las fuerzas del enemigo ya no podrán subyugarla más de
lo que puede la paja resistir al remolino de viento.
Se halla ante la iglesia el amanecer de
un día glorioso y brillante si se coloca el manto de la justicia de Cristo,
apartándose de toda alianza con el mundo. Los miembros de la iglesia necesitan ahora confesar sus errores y
unirse. Mis hermanos y hermanas, no permitan que nada se introduzca y los
separe entre sí y de Dios. No hablen de diferencias de opiniones sino únanse en
el amor de la verdad según es en Cristo Jesús.
Acudan a Dios e imploren por la
sangre derramada del Salvador como razón para recibir ayuda en la contienda
contra el mal. Les aseguro que no
suplicarán en vano. A medida que se acerquen a Dios, con sincera contrición y
en total certidumbre de fe, el enemigo que procura destruirlos será vencido.
Regresen al Señor, prisioneros de la
esperanza. Procuren la fortaleza de
Dios, del Dios vivo. Muestren una fe
humilde y firme en su poder y en su disposición para salvar. De Cristo está fluyendo el torrente viviente
de Salvación. El es la fuente de vida y
el Manantial de todo poder.
(Carta 199, del 8/09/1903, dirigida a
"Mis hermanos en puestos de responsabilidad en la causa de Dios").
Alza tus Ojos de E. G. de White