sábado, 18 de agosto de 2018

266. “LA IGLESIA DE DIOS ES UN TEMPLO”


Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, 
para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. 1 Ped. 2:5.

 El templo judío fue construido con piedras labradas sacadas de las montañas. Cada una había sido preparada para que encajara en su lugar en el templo, cortada, lustrada y probada antes de traerla a Jerusalén. Y cuando llegaba al terreno, el edificio crecía armoniosamente sin el sonido del hacha o el martillo. 

Este edificio representa el cuerpo espiritual de Dios, que se compone de material recogido entre todas las naciones, lenguas y pueblos; y de todo nivel: alto y bajo, rico y pobre, culto e indocto. No hay elementos inútiles que modelar con martillo y cincel. 

 Son piedras vivas, extraídas de la cantera del mundo por la verdad; y el gran Arquitecto, el Señor del templo, está ahora labrándolas, lustrándolas y preparándolas para que ocupen sus respectivos lugares en el templo espiritual. 

 Cuando esté terminado, será perfecto en todas sus partes el objeto de admiración de los ángeles y los hombres, puesto que su constructor y hacedor es Dios. Que nadie piense que no necesita que caiga un golpe sobre él. No existe ninguna persona, ninguna nación que sea perfecta en toda costumbre o pensamiento. Uno debe aprender del otro. De allí que Dios desea que las diferentes nacionalidades se fusionen en discernimiento, sean una en propósito. Entonces la unión que existe en Cristo será ejemplificada. 

Casi tenia temor de venir a este país, puesto que había escuchado a muchos decir que las distintas nacionalidades de Europa eran singulares, y debían ser alcanzadas en una determinada forma. 
 Pero la sabiduría del Señor se promete a los que sienten su necesidad y la piden.

 Dejemos que el Señor tome posesión de la mente y la moldee como la arcilla en las manos del alfarero, y estas desavenencias no existirán. Miren a Jesús, hermanos, imiten su manera de ser y su espíritu, y no tendrán ningún problema para llegar a estas diversas clases. 

 No tenemos seis modelos que seguir, tampoco cinco. 
Tenemos sólo uno: Cristo Jesús. 

 Si el hermano italiano, el hermano francés y el hermano alemán tratan de ser semejantes a El, afirmarán sus pies sobre el mismo fundamento de verdad; el mismo Espíritu que mora en uno, morará en el otro: Cristo en ellos, la esperanza de gloria. Los exhorto, hermanos y hermanas, a no levantar un muro de separación entre las distintas nacionalidades. Por el contrario, procuren derribarlo dondequiera exista.  

 Debemos esforzarnos por estar todos en la armonía que es en Jesús, 
trabajando por el único objetivo: la salvación de nuestros semejantes. 
(Manuscrito 135, del 24 de septiembre de 1885, 
"Unidad entre diferentes nacionalidades", 
sermón predicado en Basilea, Suiza). 280

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