Hermanos
míos, tened por sumo gozo cuando
os halléis en diversas pruebas. Sant. 1:2.
Si
esto [soportar diversas pruebas] es nuestro privilegio -y no podemos pensar que
el apóstol nos ha guiado por mal camino-, apropiémonos por fe de las promesas
de Dios para nosotros.
"Para
que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna". La Palabra no dice: "tened por sumo gozo
cuando os halléis bajo prueba", sino "cuando os halléis en
pruebas".
Por el hecho de que se
hallen en pruebas, no es necesario que deban estar bajo ellas. Pero es reconfortante saber cuando estén en
pruebas que son hijos e hijas de Dios, y que la prueba de su fe, ¿obra mala
voluntad, murmuración y mal genio? No;
¡paciencia! La evidencia de que somos
hijos e hijas de Dios es que la prueba de nuestra fe origina paciencia. Pero Jesús nos ayudará porque recurrimos a
Dios en busca de apoyo y fortaleza en toda emergencia. Aprendemos una lección en estas pruebas. . .
"Justificados,
pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor
Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la
cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos
gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia;
y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza;
porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu
Santo que nos fue dado" (Rom. 5:1-5).
Pero
muchos se inclinan a pensar, a medida que nos sobrevienen estas pruebas, que
debemos rendirnos al desánimo, que no tenemos poder para vencer. Esto es incredulidad. Nos volvemos débiles porque caemos en la
prueba y pecamos contra Dios con nuestros labios al hablar de desánimo y dudas,
y no cesamos de hablar del lado opuesto y no del lado de la esperanza y la
fe. Ustedes saben que Cristo sufrió
todas estas pruebas. Fue tentado en todo como nosotros. Jesús dice: "Porque viene el príncipe de
este mundo,
y él nada tiene en mí" (Juan 14:30)...
Como
pueblo estamos esperando que nuestro Señor venga en las nubes de los cielos con
poder y gran gloria. Con qué cuidado
deberíamos examinarnos a nosotros mismos para ver si estamos en la fe.
Pareciera que hubiese neblina delante de los ojos de muchos que no pueden
realmente discernir las cosas espirituales y las obras de Satanás, que amenazan
atraparnos y destruirnos.
Los cristianos
no serán esclavos de las pasiones; serán controlados por el Espíritu de Cristo. Cuando estén perplejos no perderán la paciencia,
la fe y la esperanza. Hasta ahora el
Señor Jesús nos ayudó a superar los peligros, las dificultades abrumadoras y
las perplejidades,
y El puede ayudarnos en nuestras aflicciones presentes.
(Manuscrito 20, del 25 de septiembre de 1887,
conferencia dada en una asamblea
de obreros
en Grand Rapids, Michigan).
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