Por
lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo
inmundo; y yo os recibiré. 2 Cor. 6:17.
No
hay ningún sendero intermedio al Paraíso restaurado. El mensaje dado al hombre para estos últimos
días no debe amalgamarse con los recursos humanos. No debemos confiar en la sagacidad de los
abogados mundanos. Debemos ser humildes
hombres de oración, no comportándonos como los que están cegados por los
agentes de Satanás...
La
gran luz y bendición que Dios ha otorgado no es un seguro contra la
transgresión y la apostasía en estos tiempos finales. Los que han sido honrados
por el Señor con altos puestos de confianza pueden volverse de la luz del Cielo
a la sabiduría humana. Su luz se
transformará entonces en tinieblas; las capacidades que le fueron confiadas por
Dios, en una trampa; y su carácter, en una ofensa para Dios.
Dios
no será burlado. El alejamiento de El ha
producido y siempre producirá inexorables resultados. La reacción de actos que desagradan a Dios
conducirá al impenitente paso a paso al engaño y al pecado abierto, a menos que
decididamente se arrepienta y los abandone, en vez de procurar justificarlos.
Todos los que quieran poseer un carácter que los haga obreros juntamente con el
Altísimo y quieran recibir su encomio, deben separarse de los enemigos de Dios,
y sostener la verdad que Cristo mostró a Juan [el Revelador] para que la diera
al mundo...
La
revelación de Jesús a Juan es un mensaje maravilloso, augusto, excelso,
solemne. Presentarlo con convicción requiere todos los talentos que el Señor ha
concedido a los hombres. Cuando Juan lo recibió, fue preparado por el Espíritu
Santo, pues Cristo mismo descendió del cielo y le indicó lo que debía escribir.
Los que pretenden ser discípulos de Cristo a menudo manifiestan dureza de corazón y ceguera mental porque no escogen ni ponen en práctica la voluntad de Dios sino la suya propia. Los móviles egoístas se introducen y toman posesión de la mente y el carácter y, en su confianza propia, creen que su camino es sabio. No son cuidadosos en seguir los caminos y las palabras de Dios. Las circunstancias, según dicen, alteran los casos.
Las prácticas mundanas se introducen y así son tentados y apartados. Se mueven en conformidad con sus propios deseos no santificados, haciendo senderos engañosos para sus propios pies y para los pies de los demás. El cojo y el débil suponen que los tales son guiados por Dios, y por consiguiente piensan que su juicio debe ser correcto. De esa manera muchos siguen sendas falsas que no han sido formadas para que los redimidos del Señor anden por ellas.
Manuscrito 139, del 23 de octubre de 1903,
"El mensaje en Apocalipsis").
Alza tus Ojos (EGW) 309