martes, 20 de diciembre de 2011

150. “A UNA HERMANA ANCIANA”


Mirame, y ten misericordia de mí; da poder a tu siervo,
 y guarda al hijo de tu sierva.  Salmos 86:16.

Querida hermana McDearmon . . . Me estoy volviendo tan anciana como Ud. No recuerdo exactamente su edad. Yo he pasado ya los setenta y ocho, pero puedo realizar una cantidad de trabajo escribiendo. Anhelo descansar, pero el Señor me preserva de manera que no sufro mucho dolor. . .

Ud. y yo no viviremos mucho más tiempo, pero nos mantendremos aferradas de la fe y las bendiciones del Señor mediante la obediencia a todos sus mandamientos. Estoy tratando de hacer lo que puedo, escribiendo las cosas que debo escribir. Anhelo grandemente mantenerme trabajando, y dar mi testimonio hasta el final. Tendré setenta y nueve años el 26 de noviembre próximo. Y con todo, puedo realizar mucha obra escribiendo.

Aunque tengo la mente cansada, con todo veo que hay mucho para hacer.  Nuestra lucha terminará pronto, pero el Señor es bondadoso y misericordioso. Cuando ésta concluya, descansaremos en la esperanza hasta la mañana de la resurrección. Entonces sonará la trompeta final y veremos al Rey en su hermosura y contemplaremos sus encantos inigualables. Mi querida hermana, tenemos una esperanza preciosa; permitamos que nuestros corazones descansen constantemente en Dios.
 La verdad triunfará y logrará la victoria . . .

El Señor estará con Ud. El es su ayuda siempre presente y Ud. sabe que El nunca la dejará ni la abandonará. Ud. debiera recibir el mejor de los cuidados y vivir el tiempo que le resta en este mundo hasta que llegue el momento del tranquilo reposo, en plena esperanza de la recompensa que recibirá el vencedor. Descanse simplemente en su creencia en la verdad. No se preocupe por cosa alguna. Ud. ha guardado la fe y le está reservada la corona de vida, la cual Cristo, el Juez justo, le dará en aquel día, y no solamente a Ud. sino a todos los que aman su venida. (Véase 2 Tim. 4:8). 

El Señor la cuidará y bendecirá. Toda su esperanza, lo sé, está en Jesús, y Ud. puede descansar en su amor. Los ángeles del Señor estarán alrededor de Ud. Puede descansar con fe en nuestro Señor, 
y creer siempre que su vida está "escondida con Cristo en Dios" (Col. 3:3).

Quiera el Señor ser una bendición continua para Ud., querida y anciana hermana. 
Yo descanso plenamente en el Señor Jesús. Seguiremos esperando, orando, creyendo y confiando en su Palabra viviente. Nuestra querida hermana [María] Kelsey ha terminado ya sus tribulaciones terrenales. Ella fue fiel y leal. Nos encontraremos en la ciudad de nuestro Dios. Con gran amor, 
Elena G. de White. (Carta 168, del 30 de mayo de 1906, dirigida a la hermana Melinda McDearmon, madre de Emma, la esposa de Edson White). (Alza tus Ojos de E. G. de White)

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