Y esta es la vida eterna:
que te conozcan a ti, el único Dios verdadero,
y a Jesucristo, a quien has enviado. Juan 17:3.
y a Jesucristo, a quien has enviado. Juan 17:3.
Entre las cosas que pueden
estar a nuestro alcance no hay nada que se compare con la Palabra de Dios como
instructora. Si mantenemos una estrecha
relación con Dios, si le entregamos lo que es suyo- nuestra mente, nuestro
corazón y todo lo que tenemos-, realmente encontraremos la paz y la felicidad
que no se pueden obtener en ninguna otra parte.
¿De qué sirve vivir en este
mundo dependiendo de la aprobación y las diversiones que podemos encontrar
aquí? ¿Nos brindan felicidad?
No; sólo
nos ocasionan desasosiego y descontento,
y al mismo tiempo estamos perdiendo el tesoro más precioso,
y al mismo tiempo estamos perdiendo el tesoro más precioso,
las bendiciones más abundantes que Dios puede darnos.
Necesitamos comprender mucho más el valor de
nuestras almas. Necesitamos saber qué debemos
hacer para realizar las obras de Dios: "Esta es la obra de Dios, que
creáis en el que él ha enviado" (Juan 6:29).
El puede ser para nosotros todo lo que
deseamos.
Jesús proclamó en el último
gran día de la fiesta:
"Si alguno tiene sed, venga a mí y beba" (Juan 7:37); y nuevamente lo oímos decir: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga" (Mateo 11:28-30).
"Si alguno tiene sed, venga a mí y beba" (Juan 7:37); y nuevamente lo oímos decir: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga" (Mateo 11:28-30).
¿Han intentado ustedes hacer eso
alguna vez?
Muchos lo han hecho, y ellos
saben que las palabras de Cristo son ciertas y verdaderas, y cuando los
problemas vinieron como inundación, ellos acudieron a Jesús y fueron consolados
y fortalecidos.
Cristo ha prometido que, si
nos unimos a El, hallaremos paz, consuelo y esperanza, y sabremos por
experiencia que sus palabras son una realidad.
El desea que todos se salven. "Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para
condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él" (Juan 3:16,17)...
Jesucristo sabía que la
humanidad no tenía poder en sí misma para resistir la tentación del enemigo de
las almas, y por consiguiente vistió su divinidad de humanidad, dejó su trono
real y alto mando y vino a este mundo marchito y desfigurado por la maldición, y
se humilló a sí mismo, con el fin de dejarnos ejemplo...
No descendió a este
mundo para asistir a las carreras de caballos, ni para ir al teatro, sino que
vino manso y humilde, y nos invita a que aprendamos de El, el Rey de Gloria. Al hacerlo obtendremos el poder moral que nos
quiere conceder, por el cual abandonó las cortes celestiales. (Manuscrito 16,
del 20 de octubre de 1895, sin título; aparentemente es un sermón predicado en
el congreso anual de Armadale, Australia).
Alza tus Ojos (EGW) 306
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