Mas buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas. Mateo 6:33.
A cada lado
hay lo que tentaría al cristiano a abandonar el camino estrecho; pero los que
deseen perfeccionar un carácter idóneo para la eternidad deben tomar la
voluntad de Dios como norma, y separarse por completo de lo que le desagrada.
Miles son
traicionados por el pecado, porque desguarnecen... el corazón. Se dedican por
completo a los cuidados de este mundo, y expulsan de su corazón la verdadera
piedad. Se apresuran impacientemente en la especulación, tratando de acumular
tesoros de este mundo.
De esa
manera se colocan en donde les es imposible adelantar en la vida cristiana.
“Sed sobrios y velad en oración”. 1 Pedro 4:7. Y mientras oran, esfuércense
fervientemente por guardar su corazón de toda contaminación, porque la oración
sin hacer esfuerzos es una burla solemne.
“No améis al
mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del
Padre no está en él”. 1 Juan 2:15.
Cada momento
de nuestro tiempo le pertenece a Dios y no tenemos derecho a cargarnos con
cuidados de tal manera que no haya lugar en nuestro corazón para su amor. Al
mismo tiempo, debemos obedecer la orden: “En lo que requiere diligencia, no
perezosos”. Romanos 12:11.
Debemos
trabajar para tener qué dar al que sufre necesidad. Dios no desea que
permitamos que se herrumbren nuestras energías por la inacción.
Los
cristianos deben trabajar; deben ocuparse en negocios, y pueden seguir hasta un
cierto límite en esta línea, sin cometer pecado contra Dios.
Pero
demasiado a menudo los cristianos permiten que los cuidados de esta vida tomen el
tiempo que pertenece a Dios.
Dedican sus
momentos preciosos de tiempo a los negocios o pasatiempos. Todas sus energías
se emplean en adquirir tesoros terrenales. Al obrar de esa manera, se colocan
en terreno prohibido.
Muchos
profesos cristianos son muy cuidadosos para que todas sus transacciones
comerciales lleven el sello de la honestidad más estricta, pero la
deshonestidad señala sus relaciones con Dios.
Absortos en
los negocios mundanales, fallan en llevar a cabo los deberes debidos a los que
están a su alrededor.
Sus hijos no
se crían en el temor y la amonestación del Señor. Se descuida el altar
familiar; la devoción privada queda en el olvido.
En vez de
colocar en primer lugar los intereses eternos, sólo se les da un segundo lugar.
Se roba a
Dios porque sus mejores pensamientos se entregan al mundo y su tiempo se gasta
en cosas de menor importancia. De esa forma quedan arruinados, no por su
deshonestidad al tratar con otros, sino porque han defraudado a Dios de lo que
es legítimamente suyo.
The Signs of
the Times, 17 de diciembre de 1896. [178]
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