jueves, 13 de octubre de 2011

143. ¿CÓMO ESTA MI ALMA?


 Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. 3 Juan 2.

 Dios desea que cada uno de nosotros encuentre su lugar. Cuando cada uno esté en su sitio, haciendo la obra que Dios le ha dado, habrá unidad perfecta. . . Necesitamos decir al mundo claramente que Dios envió a su Hijo al mundo para salvar a los pecadores. ¿Cómo debemos hacerlo? Haciendo todo esfuerzo posible en favor de la unidad. Cada uno debe sentir que es necesario confesar sus propias equivocaciones y errores, no las equivocaciones y errores de algún otro. . . Necesitamos unirnos como hombres responsables ante Dios. Fuimos comprados por precio. 
 Tenemos solamente un Juez, el Hombre Cristo Jesús. No se nos dio la obra de medirnos el carácter mutuamente. Son nuestros propios caracteres los que debemos medir mediante la verdad contenida en las Escrituras. Dios puede capacitarnos para hacer esto y puede impresionar en nuestras mentes lo que debemos hacer a fin de heredar la vida eterna . .

Dios ama a su pueblo y anhela que sus integrantes hagan paz con El. Desea que cada uno esté en una relación tal con los demás, que se muestre dispuesto a hacer cualquier sacrificio a fin de salvar las almas de sus hermanos, Puede ser que éstos no hayan hecho lo correcto, pero Dios desea que trabajemos fervorosamente para ayudarlos, de tal forma que su nombre no se vea deshonrado delante del mundo. Dios no nos da promesas porque siempre hemos obrado correctamente, sino para que su nombre pueda ser glorificado. Nadie trate de cubrir sus propios pecados revelando los errores de algún otro. Dios no nos ha encomendado esta obra. Debemos dar lugar para que los otros humillen sus corazones, de tal manera que puedan venir a la luz del conocimiento de Dios. . .

Hay algunos que se han estado cargando con responsabilidades que el Señor les ha prohibido desempeñar. Durante años les llegó luz, pero no le prestaron atención. ¿Qué debe hacerse? ¿Debiéramos permitir que estos hombres se hundan bajo las responsabilidades que eligieron tomar sobre sí? No, debemos ayudarlos a salir de su difícil situación. Nos corresponde hacer lo mejor que podamos para levantar la presión que pesa sobre estas almas agobiadas. . . 

Hágase cada uno la pregunta: ¿Cómo está mi alma hoy? 
 Y mañana repítase la pregunta: ¿Cómo está mi alma hoy? 
 De esta manera, día tras día, humille
 cada uno su corazón delante del Señor. 

 (Manuscrito 56, del 23 de mayo de 1904,
 un tema matutino presentado
 en Berrien Springs, 
Michigan, Estados Unidos). 
(Alza tus Ojos de E. G. de White)

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