Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios;
y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte. 1 Cor. 1:27.
Los que Dios escoge para que sean sus obreros no son siempre los más talentosos en la estima del mundo. A veces elige hombres analfabetos. Estos obreros tienen una obra especial que hacer. Alcanzan a una clase de gente a la cual ningún otro podría tener acceso. Los que trabajan en forma modesta serán recompensados con la misma alabanza que recibirán aquellos que, de acuerdo a las apariencias exteriores, ejercen una influencia más amplia. Cada obrero será recompensado de acuerdo con el espíritu que lo impulsó a la acción.
Estos obreros abren sus corazones para recibir la verdad y son hechos sabios en Cristo y mediante El. Sus vidas inhalan y exhalan la fragancia de la piedad. Consideran cuidadosamente sus palabras antes de hablar. Sus acciones corresponden a las de su Conductor. Se esfuerzan por promover el bienestar de sus prójimos. Llevan alivio y felicidad a los tristes y angustiados. Sienten la necesidad de permanecer constantemente bajo la educación de Cristo, a fin de poder obrar en armonía con la voluntad de Dios.
Meditan en cómo imitar mejor a su Salvador en llevar la cruz y en ser abnegados. Son testigos de Dios que siguen su ejemplo de compasión y amor, atribuyendo toda la gloria a Aquel a quien aman y sirven. Constantemente están aprendiendo del gran Maestro mientras alcanzan niveles más elevados de perfección; no obstante, siempre tienen un sentido de su debilidad e inferioridad. Son atraídos hacia arriba por la intensa admiración y el amor que sienten por la belleza del carácter de Cristo. Practican sus virtudes, porque sus vidas se asemejan a la de Cristo. Avanzan siempre hacia adelante y hacia arriba, siendo una bendición para el mundo y un honor para su Redentor. Cristo dice de ellos: "Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad" (Mat. 5:5).
Se debe animar a tales obreros. Realizan su obra no para ser vistos de los hombres, sino para glorificar a Dios, y soportarán su inspección. Él Señor pone a estos obreros en contacto con los que tienen habilidades más notables para llenar las lagunas que dejan. Se sienten complacidos cuando son reconocidos y apreciados, porque constituyen eslabones en la cadena de servicio del Señor.
Y es el deseo de Dios que se reconozca a cada instrumento humano que trabaja para El, no importa cuán pequeña pueda ser la obra que realiza...
En las cortes celestiales, cuando los redimidos se reúnan en el hogar, esta clase estará muy cerca del Hijo de Dios. Resplandecerán con gran brillo en las cortes del Señor, y serán honrados por El debido a que sintieron que era un honor servir a aquellos por los cuales Cristo dio su vida.
(Manuscrito 5, del 21 junio de 1902, "La necesidad de un despertar").
Alza tus Ojos de E. G. de White
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