Si anduvieres por mis caminos, y si guardares mi ordenanza, también tú gobernarás mi casa, también guardarás mis atrios, y entre éstos que aquí están te daré lugar. Zac. 3:7.
El futuro de la iglesia depende de los esfuerzos que realicen sus miembros para comprender la pecaminosidad del egoísmo, y de su buena voluntad para tomar el remedio que los curará de la enfermedad que están padeciendo. Que tenga lugar una reforma, para que los que acepten la verdad en el futuro no se contaminen con la influencia corruptora de Satanás...
Muchos de los que son condenados por los hombres son vindicados por Dios. Muchos a quienes el juicio humano ensalza, Dios los declara desventurados, miserables, pobres, ciegos y desnudos.
La opinión humana a menudo se equivoca. Frecuentemente el hombre reprueba a su hermano porque su discernimiento es defectuoso. Dios mira el corazón. Lee los motivos que llevan a actuar. Dios insinúa esta pregunta: "¿Debo hacer esto?" Satanás incita al hombre a decir: "Puedo".
La rectitud es un súbdito leal. El poder es un tirano altanero que instiga a la contienda, el flagelo del mundo. La rectitud es la representación del hombre perfecto en Cristo Jesús. Es el fundamento de toda justicia y paz; el aceite que llena los recipientes divinos...
Hay una obra que efectuar entre las iglesias adventistas que aún no se ha realizado. Los ángeles ministradores están esperando para ver quién iniciará la tarea con espíritu recto. . . Humíllense todos ante Dios, pidiendo gracia y sabiduría para poder ver en qué han violado su santa ley. A menos que su Espíritu los ilumine, nunca lo sabrán, aunque sus hermanos se lo muestren. Los que se niegan a tener una relación correcta con Dios, los que no obedecen las normas de su gobierno, no poseen su señal...
El Señor es misericordioso. No castiga a su pueblo porque lo odia, sino porque odia los pecados que está cometiendo. Debe corregirlos para que puedan volver a su lealtad. Su plan es que el castigo sea una advertencia para ellos y para los demás. Nadie necesita andar en tinieblas. Nadie tiene necesidad de decir: "Especifícame las ofensas precisas de las cuales soy culpable". A los que dicen así, les doy la palabra del Señor: "Inquiere en oración y lo sabrás".
Si las amonestaciones y los reproches que se presentan en la Palabra de Dios y en los testimonios de su Espíritu no son lo suficientemente claros, ¿qué palabras lo serán, como para producir un reavivamiento y una reforma? (Diario, Manuscrito 108, del 14 de agosto de 1901).
Alza tus Ojos de E. G. de White
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