domingo, 26 de febrero de 2012

200. “TU PALABRA ES UNA LÁMPARA”


Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, 
y caminaremos por sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. (Isaías 2:3).

El Antiguo Testamento era el libro de texto de Israel. Cuando el intérprete de la ley vino a Cristo con la pregunta: "Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?"-considere esta pregunta puesto que la respuesta es para todo el que formule una pregunta similar-, el Salvador dijo: "¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? El respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, 
y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo" 
(Luc. 10: 25-28)...

Si no hubiera otro pasaje en la Biblia, éste tiene suficiente luz, conocimiento y seguridad para cada alma. El intérprete de la ley había contestado su propia pregunta, pero deseando justificarse dijo a Jesús: "¿Quién es mi prójimo?" (vers. 29). Entonces, por medio de la parábola del buen samaritano, Cristo mostró quién es nuestro prójimo, y nos dio un ejemplo del amor que deberíamos manifestar hacia los que sufren y están necesitados. El sacerdote y el levita, cuyo deber era ministrar en favor de las necesidades del extranjero, pasaron de largo.

Al final de la narración, Cristo pregunta al intérprete de la ley: "¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? El dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Vé, y haz tú lo mismo" (vers. 36, 37).

En la Palabra de Dios. . . hay lecciones prácticas. Esa Palabra enseña principios vivos, santos, que impulsaron a los hombres a hacer a otros lo que ellos querían que los otros hicieran con ellos; principios que han de introducir en su vida diaria aquí y que han de llevar con ellos a la escuela superior. . .

El altar y el arado son experiencias por las que deben pasar todos los que aspiran a la vida eterna. Conocemos, en suma, demasiado poco de la grandiosidad del amor y la compasión de Dios. 
 Exijan los estudiantes el máximo rendimiento de las facultades de sus mentes para poder comprender capítulos tales como Isaías 45, a los cuales se deben introducir en nuestras escuelas como valiosos motivos de estudio. 

Esto será mejor que los romances o las fábulas. ¿Por qué nuestros colegios han dependido tanto de libros que relatan tan poco acerca de la ciudad que declaramos estar buscando, cuyo Constructor y Hacedor es Dios. . .? 

 El cielo es nuestro hogar. Nuestra ciudadanía está en lo alto, y nuestras vidas no deben dedicarse a un mundo que pronto será destruido. Necesitamos la Palabra de Dios revelada en caracteres vivos. ¡Qué lenguaje puro, excelente, se encuentra en la Palabra de Dios!
¡Qué principios elevadores, ennoblecedores! 
(Manuscrito 96, del 20 de julio de 1899, 
"La Biblia, nuestro libro de texto"). 
Alza tus Ojos de E. G. de White

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