domingo, 26 de febrero de 2012

218. “SOLO UNA LUZ PARA ILUMINAR LA SENDA”


Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, 
que va en aumento hasta que el día es perfecto. Prov. 4:18.

El amor de Cristo en el corazón, que revela por medio de la vida su maravilloso poder, es el mayor milagro que puede realizarse ante el mundo caído y contencioso. Tratemos de obrar este milagro, no con nuestro propio poder sino en el nombre del Señor Jesucristo, de quien somos y a quien servimos. Llenémonos de Cristo, y el poder milagroso de su gracia será tan plenamente revelado en la transformación del carácter que el mundo se convencerá de que Dios envió a su Hijo al mundo para que los hombres sean como ángeles en carácter y vida. 

Los que verdaderamente creen en Cristo se sientan junto a Él, en los lugares celestiales. Aceptemos la insignia del cristianismo. No es un distintivo externo, no es usar una cruz o una corona, sino algo que revela la unión del hombre con Dios. Despojémonos "del viejo hombre con sus hechos, y. . . revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno" (Col. 3:9,10). La belleza de la santidad se revela a medida que los cristianos se unen, fusionándose en el amor de Cristo.

"Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca" (Heb. 10:19-25).

Existe sólo una verdadera religión, sólo un camino al cielo, sólo una luz para iluminar la senda a medida que los peregrinos avanzan de prisa. En tanto prosigamos en el conocimiento del Señor, reconoceremos a cada paso que Cristo es la "Luz del mundo", que El es "el Camino, la Verdad, y la Vida"; y veremos que la senda por la que nos pide que transitemos es "como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto" (Prov. 4:18)...

El Señor es bueno y ha de ser alabado en gran manera... Cuán bendecido, cuán doblemente bendecido es el hogar en el cual el padre, la madre y los hijos están consagrados al servicio de Cristo. (Carta 126, del 7 de agosto de 1902, dirigida a un evangelista en la ciudad de Nueva York). 
(Alza tus Ojos de E. G. de White)

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