martes, 14 de junio de 2011

55. “UNA FIRME PLATAFORMA”


VI UN GRUPO que se mantenía en pie, en guardia y en posición firme, sin apoyar a los que querían perturbar la definida fe de cuerpo de Cristo. Dios los consideró con aprobación. Se me mostraron tres peldaños: los mensajes de los ángeles primero, segundo y tercero. Mi ángel acompañante dijo: "¡Ay de aquel que mueva una porción o sacuda un alfiler de estos mensajes! La correcta comprensión de ellos es de vital importancia. El destino de las almas depende de cómo sean recibidos".

Nuevamente se me llamó la atención a los mensajes, y vi cuánto le había costado al pueblo de Dios obtener esta experiencia. La logró por medio de mucho sufrimiento y duro conflicto. Dios los condujo paso a paso, hasta que los puso sobre una plataforma firme e inconmovible. Vi que algunos se acercaban a la plataforma para examinar su fundamento. Algunos, con regocijo, subieron inmediatamente. Otros comenzaron a encontrarle fallas. Querían que se le introdujeran mejoras para perfeccionar la plataforma y lograr que la gente fuera mucho más feliz.

Algunos se bajaban para examinarla, y afirmaban que estaba mal ubicada. Pero vi que casi todos permanecían firmemente sobre ella y exhortaban a los que habían descendido para que dejaran de quejarse porque Dios era el gran Arquitecto y estaban luchando 405 contra él. Recordaban la obra maravillosa de Dios, que los había conducido a esa firme plataforma, y al unísono alzaban los ojos al cielo y con voz sonora glorificaban al Señor. Esto afectó a algunos de los que se habían quejado y habían descendido y éstos, con aspecto humilde, volvieron a subir.

La experiencia de los judíos se repite
Se me señaló la proclamación del primer advenimiento de Cristo. Juan fue enviado con el Espíritu y el poder de Elías para que preparara el camino de Jesús. Los que rechazaron el testimonio de Juan no fueron beneficiados por las enseñanzas del Señor. Su oposición al mensaje que anunciaba su venida los ubicó donde no podían recibir fácilmente las evidencias más concluyentes de que él era el Mesías. Satanás indujo a los que rechazaron el mensaje de Juan a que avanzaran aún más, es a saber, que rechazasen y crucificasen a Cristo. Al hacerlo, se situaron donde no pudieron recibir la bendición de Pentecostés, que les habría enseñado el camino al santuario celestial.

El rasgamiento del velo del templo demostró que los sacrificios y los ritos judaicos ya no serían aceptados. El gran Sacrificio ya había sido ofrecido y aceptado, y el Espíritu Santo que descendió en el día de Pentecostés apartó la atención de los discípulos del santuario terrenal para dirigirla al celestial, donde Jesús entró por medio de su propia sangre, para derramar sobre sus discípulos los beneficios de su expiación. Pero los judíos fueron abandonados en medio de las tinieblas más completas. Perdieron toda la luz que podrían haber tenido acerca del plan de salvación, y siguieron confiando 406 en sus inútiles sacrificios y ofrendas. El santuario celestial había reemplazado al terrenal, pero ellos no se dieron cuenta del cambio. Por lo tanto no podían beneficiarse con la mediación de Cristo en el lugar santo.

Muchos consideran con horror la conducta seguida por los judíos al rechazar a Cristo y crucificarlo; y cuando leen la historia del trato vergonzoso que recibió, creen que lo aman, y que no lo habrían negado como Pedro, ni lo habrían crucificado como los judíos. Pero Dios, que lee los corazones de todos, probó el amor a Jesús que ellos profesaban tener.

Todo el cielo observó con el más profundo interés la recepción que se dio al mensaje del primer ángel. Pero muchos de los que profesaban amar al Señor, y que derramaban lágrimas al leer la historia de la cruz, se burlaron de las buenas nuevas de su venida. En vez de recibir el mensaje con alegría, afirmaron que era un engaño. Aborrecieron a los que amaban su aparición y los expulsaron de las iglesias.

Los que rechazaron el primer mensaje no se pudieron beneficiar con el segundo; tampoco pudieron beneficiarse con el clamor de medianoche, que había de prepararlos para entrar con Jesús por la fe en el lugar santísimo del santuario celestial. Y al rechazar los dos mensajes anteriores entenebrecieron de tal manera su entendimiento que no pudieron ver luz alguna en el mensaje del tercer ángel, que muestra el camino que lleva al lugar santísimo. 407


(La Historia de la Redención de E.G.de White)

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