miércoles, 15 de junio de 2011

60. “LA ANGUSTIA DE JACOB”


VI QUE LOS SANTOS abandonaban las ciudades y los pueblos para reunirse en grupos con el fin de vivir en los lugares más apartados. Los ángeles les proporcionaban alimento y agua mientras los impíos sufrían hambre y sed. Acto seguido vi que los grandes hombres de la tierra consultaban entre sí, y vi a Satanás y sus ángeles atareados en torno de ellos. Vi un edicto, del que se distribuyeron copias por distintas partes del país, mediante el cual se ordenaba que a menos que los santos renunciaran a su fe peculiar y pusieran a un lado el sábado para observar el primer día de la semana, después de cierto tiempo la gente quedaría en libertad para darles muerte. Pero en esa hora de prueba los santos estaban tranquilos y serenos, confiando en Dios y descansando en su promesa de que se les abriría un camino de salvación.

En algunos lugares, antes que venciera el plazo señalado en el edicto, los impíos se abalanzaron sobre los santos para darles muerte; pero ángeles con apariencia de guerreros lucharon por ellos. Satanás quería tener el privilegio de exterminar a los santos del Altísimo, pero Jesús ordenó a sus ángeles que los protegieran. Dios se sentirá honrado al hacer un pacto con los que guardaron su ley en presencia de los paganos que los rodeaban; y será para honra de Jesús trasladar sin pasar por la muerte a los fieles 427 expectantes que durante tanto tiempo lo aguardaron.

Poco después vi que los santos sufrían gran angustia mental. Parecía que estaban rodeados por los malvados moradores de la tierra. Las apariencias estaban en su contra. Algunos empezaron a temer que Dios los hubiera abandonado para que perecieran a manos de los impíos. Pero si sus ojos se hubieran abierto, se hubiesen visto rodeados por los ángeles de Dios. Después llegó la airada multitud de los impíos, y en seguida un conjunto de ángeles malignos que los incitaban para que mataran a los santos. Pero para poder acercarse al pueblo de Dios era necesario que éstos pasaran entre ese conjunto de ángeles santos y poderosos. Eso era imposible. Los ángeles de Dios los hacían retroceder y también rechazaban a los ángeles malos que los rodeaban.

El clamor por liberación
Era una hora de tremenda y terrible agonía para los santos. De día y de noche clamaban a Dios para que los librara. A juzgar por las apariencias, no había posibilidad de huir. Los impíos ya habían comenzado a saborear su triunfo y exclamaban: "¿Por qué no os levantáis y salváis vuestra vida?" Pero los santos no los escucharon. Como Jacob, estaban luchando con Dios. Los ángeles anhelaban liberarlos; pero debían esperar un poco más; el pueblo de Dios debía apurar el cáliz y recibir ese bautismo. Los ángeles, fieles a su misión, siguieron velando. Dios no quería que su nombre fuera deshonrado entre los paganos. Ya casi había llegado el tiempo cuando iba a manifestar su formidable poder e iba a librar gloriosamente a sus santos. Para honra de su nombre iba a librar a todos los que lo habían esperado 428 pacientemente y cuyos nombres estaban escritos en el libro.

Se me señaló al fiel Noé. Cuando cayó la lluvia y vino el diluvio, Noé y su familia ya estaban en el arca y Dios los había encerrado en ella. Noé había amonestado fielmente a los moradores del mundo antediluviano mientras se mofaban y lo escarnecían. Pero cuando las aguas cayeron sobre la tierra, y uno tras otro se ahogaba, vieron que el arca de la que tanto se habían burlado flotaba con toda seguridad sobre las olas y protegía al fiel Noé y a su familia. Vi que de la misma manera será librado el pueblo de Dios que fielmente amonestó al mundo acerca de la ira venidera.

El Señor no consentirá que los malvados exterminen a los que esperaron la traslación y no se sometieron al decreto de la bestia ni recibieron su marca. Vi que si se permitía que los malvados exterminaran a los santos, Satanás se alegraría con sus malignas huestes y todos cuantos odian a Dios. Y ¡oh, qué triunfo sería para su majestad satánica ejercer poder en el tramo final de la lucha sobre los que durante tanto tiempo esperaron ver a quien tanto amaron! Los que se burlaron de la idea de la ascensión de los santos, presenciarán la solicitud de Dios por su pueblo y contemplarán su gloriosa liberación.

Cuando los santos salieron de las ciudades y los pueblos, los malvados los persiguieron para darles muerte. Pero las espadas que se levantaron contra el pueblo de Dios se quebraron y cayeron tan impotentes como la paja. Los ángeles de Dios escudaron a los santos. El clamor por liberación que ascendía de día y de noche, llegó hasta el Señor. 429


(La Historia de la Redención de E.G.de White)

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