jueves, 5 de mayo de 2011

03. "DIOS Y LOS SOLITARIOS"


El Dios que hace habitar en familia los solos (Salmo 68:6 Versión Antigua).
“Yo tengo una misión que cumplir en la Tierra. Tú tienes otra. Ni podré vivir como tú esperas que yo viva, ni yo debo querer que vivas como yo quisiera. Yo soy yo, y tú eres tú. Si por casualidad nos encontramos, será muy hermoso”. Esta es la filosofía de la generación de los solos; pero . . . ¿Desean realmente jugar ese papel? ¿Es elegida o es forzada su soledad? “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.

Así decía el poeta; y su filosofía, pasó a ser favorita entre los jóvenes. Con su mochila de sueños, se lanzan a andar, evitando cuidadosamente los hitos que marcaron sus mayores. La generación nueva prefiere por sí sola descubrir el camino. Siente una cierta suerte de desconfianza en cuanto a esos mapas y señales de los que pasaron antes. Aun cuando algunas vallas de las que se interponían entre padres e hijos ya se han derribado, y hay por eso más libertad de expresión en las relaciones familiares, la juventud de hoy anda sola, se siente sola, y a veces, hasta parece que quiere estar sola.

Según Francisco De Saralegui, esta es “la primera generación de la que puede decirse con verdad, en la historia de los hombres, que ha heredado la tierra entera”. Él la llama “la generación de la opulencia” por “el alto nivel de vida en que ha aprendido a vivir”. Sin embargo, esta nueva generación, rica en un sentido, se siente en otro pobre, insegura e insatisfecha.

La generación de hoy es, en cierto modo, la generación de los solos. Pero en el fondo, no quiere serlo. Y en verdad, no necesita serlo. Si lo ha probado todo: la opulencia y la miseria, las drogas, el alcohol, la política y aun la religión; queda todavía algo, Alguien por probar. Su nombre es Jesucristo; y no el de la imagen demacrada y triste, sino el de la realidad poderosa y positiva. Él es el que nos reconcilia con Dios y con la gente, y es, como dijera el salmista, “el. . . que hace habitar en familia los solos” (Salmo 68:6 Versión Antigua). “Ahora –decía San Pablo– . . . vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” (Efesios 2:13).

Sí, Cristo es el único que puede lograr la convivencia feliz de las generaciones, o, mejor aún: de los individuos. Esto que quizá le suena a milagro, de veras es posible con Jesús. Porque Él no es mito ni leyenda, sino realidad viva y eficaz.

La voz.org

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