Debemos estudiar el Modelo, para que el espíritu que habitó en Cristo pueda morar en nosotros. Al Salvador no se lo halló entre los eminentes y honorables del mundo. No empleó su tiempo entre los que buscaban su propia comodidad y deleite. Trabajó para ayudar a los que necesitaban ayuda, para salvar a los perdidos y a los que perecían, para levantar a los caídos... DNC 185
viernes, 13 de mayo de 2011
16. “MALDITO POR DIOS”
Porque maldito por Dios es el colgado. . .
(Deuteronomio 21:23).
La Biblia menciona dos clases de muerte. Lo que nos otros llamamos muerte, la Biblia lo llama “sueño”. Pero desde la creación del mundo, ningún ser humano ha tenido jamás que sufrir una muerte en la cual sintiera la absoluta agonía que los perdidos tendrán que sufrir cuando afronten la “segunda muerte”, aquella en la cual la persona se despide para siempre de la vida; la muerte del dolor sin barreras ni posibilidad de alivio.
Moisés lo explicó al pueblo en Deuteronomio 21:22, 23, y posteriormente el apóstol Pablo repitió esta verdad en el Nuevo Testamento, en Gálatas 3:13. La idea es simple, pero terrible. Moisés dijo: “Si alguno comete algún pecado digno de muerte –un pecado capital–” y el juez lo condena a ser “muerto colgado de un madero. . . un hombre colgado es maldición de Dios”. El ajusticiado no podía orar. Dios no lo oiría, porque estaba bajo “la maldición de Dios”. Pero si el juez decía: “Debes morir apedreado, o decapitado”, etc., el pobre condenado podía sentirse feliz y agradecido, porque podría orar; Dios lo perdonaría y él moriría en paz.
Recordemos la muerte de Absalón, el hijo del rey David que se rebeló contra su padre. En la batalla decisiva huyó por entre el bosque cabalgando en una mula. Pero se le enredó la cabeza en una encina, y la mula siguió su camino dejándolo allí colgado. Joab, el general del ejército del rey, lo vio allí y supo al instante que era una señal de que Dios había maldito a Absalón. Por eso consideró que era su deber ejecutarlo sin pérdida de tiempo. Ahora bien, Pablo nos hace ver la asombrosa verdad de que la muerte que Jesús sufrió en la cruz era la que implicaba la maldición divina: “Cristo nos redimió de la maldición de la Ley, al hacerse maldición por nosotros, porque escrito está: ́Maldito todo el que es colgado de un maderó” (Gálatas 3:13).
Jesús se hizo “maldición por nosotros”. ¿Apreciaremos su sacrificio?
La voz.org
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario