Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir en justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruido para toda buena obra (2 Timoteo 3:16, 17).
Cualquier libro de ciencia debe ser renovado más o menos cada ocho años; el progreso y los nuevos descubrimientos, así lo exigen. Pero en el terreno espiritual, aun cuando surgen continuamente teorías nuevas, la Sagrada Biblia no pierde su vigencia. ¿Por qué? Honestamente, ¿puede un libro tan antiguo, responder a necesidades reales y presentes?
La Biblia es un libro extraordinario por su palpitante actualidad. La mayoría de sus profecías, escritas centenares de años antes de su cumplimiento, son hoy hechos históricos comprobados. Además, los mensajes de los escritores bíblicos anunciados antiguamente desde las calles de Damasco, de Babilonia, de Nínive, o de Jerusalén, siguen siendo oportunos en cualquiera de nuestras ciudades modernas.
Cuando Noruega fue invadida por los alemanes durante la segunda guerra mundial, Elvine Begrav –en ese entonces, presidente de la Sociedad Bíblica de Noruega– fue encarcelado por predicar los conceptos bíblicos que proclaman la libertad. En una de sus cartas a su esposa, citó la profecía de Isaías, que , concerniente al ministerio de Jesús en la tierra, dice: “Me ha enviado . . . para pregonar a los cautivos libertad . . . para poner en libertad a los oprimidos”. El jefe de la prisión, censuró la carta, y no le dio curso. Inmediatamente, ordenó que la esposa del ministro se presentara a su despacho y explicara el porqué de esa comprometedora expresión. “Señor –respondióella– esas palabras sobre el pregón de la libertad a los cautivos son copia textual de la Biblia, y fueron escritas hace muchos siglos”. “Si es así”, dijo el jefe policial, “dígale a su esposo que se abstenga de usar pasajes de la Biblia en su correspondencia. Es un libro demasiado actual”.
Es que, a través de la Biblia, Dios se comunica con los hombres de todos los tiempos. Como Él es eterno, su Palabra también lo es. De ahí su actualidad. Además, Dios es sabio y verdadero; por lo tanto, su Palabra es sabiduría y verdad. Puede resolver todos los conflictos humanos. Por eso dijo el apóstol: “. . . no me avergüenzo del Evangelio, porque es potencia de Dios” (Romanos 1:16). Y agregó: “Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir en justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruído para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16, 17).
No cabe la más mínima duda; vale la pena seguir el consejo de Jesús: “Escudriñad las Escrituras. . .” (S. Juan 5: 39).
La voz.org
No hay comentarios.:
Publicar un comentario