Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre. . .
(S. Juan 6:35).
Es propio de todo ser humano procurar seguridad: seguridad en lo económico, seguridad en el seno familiar, en su relación afectiva, en su ocupación laboral, y en todo cuanto emprende. Paradójicamente, para muchos hoy lo más seguro es su inseguridad. ¿Cómo pueden evitarla? ¿Cómo lograr una personalidad equilibrada, firme, estable? ¿Cómo obtener confianza? ¿Cómo alcanzar completa y verdadera seguridad?
Después de la Segunda Guerra Mundial, las potencias aliadas refugiaron a cientos de niños sin hogar a quienes alimentaron y cuidaron. Pero durante un tiempo los chiquillos estuvieron inquietos, ansiosos, y no alcanzaban dormir. Entonces, un psicólogo sugirió que luego de la cena se diera a cada niño una rebanada de pan extra que pudiera llevar consigo al acostarse. Y resultó. La rodaja de pan fue como una garantía de que al día siguiente tendrían qué comer; eliminando así la preocupación morbosa de los chicos, prodigándoles el descanso que necesitaban.
Cuando el adulto siente amenazada su seguridad, también se preocupa, y aun llega a la ansiedad y el insomnio. Y a menudo, como a los niños de quienes hablábamos, le basta “una rodaja de pan extra” para sentirse reconfortado. En este caso, la “rebanada” puede llamarse elogio sincero, expresión de cariño, recuperación después de una enfermedad o de algún otro tipo de crisis, éxito en determinado trabajo, o aumento de sueldo; y puede significar semblante despejado, mente fresca y buen descanso; en suma: sensación de confianza y de estabilidad.
Sin embargo, hay una manera de lograr no una “rebanada”, sino “el pan entero bajo el brazo”, y como consecuencia, seguridad total y verdadera. Jesús dijo de sí mismo: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás” (S. Juan 6:35). Hay quienes se resisten a creer que esta promesa puede significar bendición material además de bendición espiritual. ¿Cómo –se dicen– con ir a Jesús, puede uno satisfacer su hambre y sed?
Y Jesús lo explica: “Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (S. Juan 6:36). La Palabra de Dios contiene miles de promesas, y consejos definidos y prácticos referentes a todo aspecto de la vida. Quien los acepta con fe y los pone por obra, bebe de una fuente de seguridad inagotable. Desde el corazón de quien la acepta, una confianza total, feliz y agradecida pide como los discípulos de ayer: “Señor, danos siempre este pan”. . . danos . . . “esta agua”
(S. Juan 6:34; 4:15).
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