martes, 12 de julio de 2011

123. “EN EL MUNDO, PERO NO DEL MUNDO”


Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, 
antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. Juan 15:19.

El Señor, nuestro Salvador, conocía cada fase de la experiencia que sus discípulos habrían de encontrar y todos los conflictos que experimentarían. El Señor Jesucristo dijo a sus discípulos: 
"Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros" (Juan 15:18). 

 Como cristianos, no debemos sentirnos incómodos e impacientes al entrar en contacto con hombres del mundo. Ellos no creen en la verdad. No importa qué cosa digan o hagan, mantengan la calma. 

Cada vez que dan rienda suelta a sus sentimientos y se irritan, manifiestan con sus palabras que no tienen la fe que obra por el amor y santifica el alma. Tienen orgullo personal y una gran medida de autosuficiencia, y en ningún caso están preparados para relacionarse ya sea como comerciantes o aun como cristianos, porque sus atributos de carácter no armonizan con la Biblia como para retener la posición de socios,

Los cristianos pueden mantener una reputación limpia si son cristianos, es decir, como Cristo. 
 Dios ha hecho todas las provisiones para que por medio de la fe en el Señor Jesucristo no tengan por qué fracasar ni sentirse desanimados por un futuro oscuro y atribulado, que El sabía que llegaría. 

 El Señor Jesucristo sentía pena por sus discípulos, porque tendrían que pasar por múltiples aflicciones en el mundo. Los preparó para ese tiempo de prueba, de gran tentación y peligro de perder la fe, presentando delante de sus mentes la parte alentadora del futuro. 

 Debía mezclar los matices brillantes y llenos de esperanza con los oscuros. "Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí" (vers. 26).

Les habló acerca de cómo deberían cooperar con el Espíritu Santo. La gran Fuente de su fortaleza -que constituye nuestro consuelo, esperanza y valor inmutables- estaría siempre al alcance de ellos. Debían ser testigos de Cristo. "Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio" (vers. 27).  

 Debían ser sus representantes fieles ante un mundo apóstata. Mientras estuvieran en el mundo no debían ser del mundo, sino presentar un fiel testimonio contra el mal que está obrando a través de planes y principios mundanos contrarios a la verdad y la justicia.
 (Manuscrito 8, del 3 de mayo de 1893, "Diario"). 136 
(Alza tus Ojos de E. G. de White)

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