martes, 12 de julio de 2011

125. “EL LEGADO CRISTIANO”


No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de su corrección. Prov. 3:11.

No permitas que el desánimo se apodere de ti. No permitas que te afecte la provocación, pero haz que la razón inteligente controle tus acciones. Piensa en qué cosa buena podría resultar de ser impaciente. Eso solamente alegraría al enemigo y confirmaría en su opinión a los que piensan mal de ti. Tú puedes, mediante una conducta apacible, mostrar que son falsas las palabras de las personas malintencionadas. No te preocupes por defenderte, sino más bien, cumple tu deber con perseverancia. Dios puede ayudarte, hijo mío [Edson], a realizar una obra que subsistirá por la eternidad. Esa es tu obra. Nadie puede hacerla por ti. Confía enteramente en Dios. Nuestro Padre celestial está atento a tus necesidades.

¡Cuán agradecida me siento de que está familiarizado con todas nuestras debilidades y con todas nuestras tentaciones! Sabe cómo compadecerse de nosotros y cómo fortalecernos si acudimos a El, la Fortaleza, en busca de ayuda. Cuando tu fe se vea probada, no te inquietes. Espera solamente, y con calma somete a El tu juicio, tu voluntad, tu camino, y manifiéstate dispuesto a ser conducido.

No hay otra forma de lograr la salvación que la que ha sido establecida por nuestro Redentor, y de la cual nos ha dado una ilustración práctica en su propia vida de abnegación y sacrificio. Tú sabes que se sometió al insulto, a la burla y a la mofa sin tomar represalias. Cuando era injuriado no contestaba con injurias. "He venido", dijo, "no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió" (Juan 6: 38). Debemos tener la mente de Cristo. Debemos caminar en sus huellas.

Los que viven para hacer bien a otros y mantienen en vista la gloria de Dios, ganarán la vida eterna. Los que no se esfuerzan sino que se dejan arrastrar por la corriente, viven para el yo. Nunca escucharán el "bien hecho" dirigido a ellos. Tenemos que hacer algo por la salvación de otros. Hay almas preciosas que deben ser rescatadas y tenemos una obra que hacer a fin de ganarlas para Cristo. Recuerda que las dificultades y pruebas son parte del legado cristiano. Cristo, la Majestad del cielo, vino a esta tierra para mostrarnos cómo soportar los reproches del mundo sin desmayar y sin tomar represalias. 

Cada tribulación que se soporta sabiamente será una bendición para los que la experimenten. 
 Serán elevados y no abandonados. Los que están continuamente tratando de evitar las situaciones difíciles, buscando un sendero más fácil, un camino más placentero, tendrán que enfrentar la frustración y la adversidad. 
 Pero si fortalecen su alma para la prueba y para el deber, y marchan valerosamente hacia adelante confiando en Dios, encontrarán que el sendero de la abnegación y del sacrificio propio conducen al honor y a las riquezas celestiales en la vida futura inmortal . . . 
Ora mucho y ejercita una fe viva, y seguramente entonarás el canto de victoria. 
(Carta 24, del 5 de mayo de 1874, dirigida a Edson White). 138
(Alza tus Ojos de E. G. de White)


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