domingo, 10 de julio de 2011

93. “BUSQUEN CONSEJO DIVINO, NO HUMANO”


Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, 
el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Sant. 1:5.

Son tantos los que, cuando están en problemas... se olvidan de las invitaciones que Dios extiende abundantemente y comienzan a buscar y tratar de conseguir ayuda humana. Acuden a seres humanos en busca de ayuda, y es así como sus experiencias se vuelven débiles y confusas. Se nos indica que en todas nuestras tribulaciones busquemos al Señor más fervorosamente, recordando que somos su propiedad, sus hijos por adopción. Ningún ser humano puede entender nuestras necesidades como Cristo. Recibiremos ayuda si se la pedimos con fe. Somos suyos por creación y por redención. Mediante las cuerdas del amor divino estamos ligados a la fuente de todo poder y fortaleza. Si solamente dependemos de Dios, pidiéndole lo que necesitamos como un niñito pide a su padre lo que necesita, obtendremos una rica experiencia. Aprenderemos que Dios es la fuente de toda fortaleza y poder. . . 

Cuando el pueblo depende de los seres humanos, Dios es deshonrado grandemente .El no nos dijo que hagamos esto. Nos dijo que El nos enseñará, que El nos guiará. Podemos acudir a El y recibir ayuda. . . ¿Qué fue lo que Cristo prometió a sus discípulos si creían en El como su salvador personal? "He aquí yo estoy con vosotros todos los días", les dijo, "hasta el fin del mundo" (Mat. 28:20). Y otra vez les dijo, "estoy a tu diestra para ayudarte" (véase Sal, 16:8). Piensen en las muchas promesas que nos ha dado, de las que podemos aferrarnos mediante la mano de la fe. Cuando acudimos a la fuente de poder sabemos que recibiremos esa inteligencia y sabiduría que proceden de una fuente pura, que no está mezclada con ningún elemento de origen humano. Cuando oramos, es nuestro privilegio saber que Dios quiere que oremos, que le pidamos ayuda. "Pedid, y se os dará" (Mat. 7:7). Está en ustedes creer que recibirán. Dios desea que nos familiaricemos con El, que hablemos con El, que le contemos nuestras dificultades y que conozcamos por experiencia propia lo que significa pedir a Alguien que nunca se equivoca en sus evaluaciones ni comete un solo error. . .

Deshonramos a Dios cuando nos esforzamos por encontrar a alguien que pensamos que puede entender nuestro caso y ayudarnos. ¿No nos ha dado El a su Hijo unigénito? ¿Acaso no está Cristo junto a nosotros para darnos la ayuda que necesitamos?. . . No somos corteses con Cristo. No reconocemos su presencia. No percibimos que debe ser nuestro huésped de honor, que nos rodea con su largo brazo humano, mientras que con su brazo divino se aferra del trono del Infinito. Olvidamos que el umbral del cielo está inundado con la gloria que procede del trono de Dios, y que la luz puede caer directamente sobre quienes están buscando la ayuda que solamente Cristo puede dar. (Manuscrito 144, del 3 de abril de 1901, "Una reunión matutina"). 106
(Alza tus Ojos de E. G. de White)

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