Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor. 2 Tim. 2:22.
Nuestros jóvenes necesitan estar rodeados de influencias saludables y elevadoras. Han de ser guardados en el amor de la verdad. La norma que se coloque delante de ellos debe ser elevada. Algunos sienten el deseo de que se los libre de restricciones, de tal manera que puedan hacer lo que les plazca. . .
Los padres y madres. . . en la iglesia están bajo la sagrada obligación de velar por las almas de sus hijos como quienes deberán dar cuenta por ello.
Que nadie, ni los padres ni los jóvenes, comiencen a creer que las diversiones son esenciales, y que desestimar livianamente al Espíritu Santo durante las horas de placer egoísta debe ser considerado un asunto sin importancia. Dios no puede ser burlado.
Que cada joven y señorita se haga el siguiente planteo: "Si mi vida concluyera hoy, ¿estaría preparado? ¿Tengo la preparación necesaria para realizar con idoneidad la obra que el Señor me ha encomendado?"
Cada joven debiera hacer de la Palabra de Dios su guía, y sacar diariamente de esa Palabra la instrucción que contiene. Si algunos se niegan a ser guiados por ella, siembran semillas que el enemigo coloca en sus manos y no querrán más tarde hacer la cosecha de esa siembra. . .
Hay muchas cosas que son correctas en sí mismas, pero que, pervertidas por Satanás, resultan una trampa para los incautos, La reunión de nuestros jóvenes para un servicio de canto parece muy inofensiva, pero en mi experiencia de medio siglo he visto que estos servicios de canto a menudo resultan ser una fuente de mucho daño para las almas.
Si los corazones de todos los que asisten fueran rectos delante de Dios, si todos amaran a Dios por sobre todas las cosas y anhelaran tener en vista su gloria, si todos se esforzaran por agradarle, entonces esas reuniones no resultarían perjudiciales.
No obstante, generalmente están presentes muchos que no se dan cuenta de que se están volviendo cada vez más despreocupados en cuanto a su deber de agradar a Dios. Sus almas se vuelven indiferentes. Uno tiene influencia sobre otro y la indiferencia manifestada hacia las cosas espirituales aumenta. La Palabra de Dios no se estudia diligentemente, día tras día, y debido a la falta de alimento espiritual, su fuerza moral es débil. . .
Oh, que cada miembro, cada obrero pueda darse cuenta de que esta vida es una escuela en la cual debemos prepararnos para el examen que hará el Dios del cielo con relación a la pureza, la limpieza del pensamiento, la abnegación en las acciones. Cada palabra y acto, cada pensamiento, se asientan en los libros de registro del cielo. (Carta 144, del 4 de mayo de 1906, dirigida a la Iglesia de Mountain View, California, Estados Unidos). 137 (Alza tus Ojos de E. G. de White)
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