domingo, 3 de julio de 2011

50. “RECIBIENDO SU JUSTICIA”


Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; 
y esto no de vosotros, pues es don de Dios. Efe, 2: 8.

Los que caemos por haber transgredido la Ley de Dios tenemos un Abogado ante el Padre, a Jesucristo el justo. 
 El camino está abierto para que todos se preparen para la segunda venida de Jesucristo, de tal manera que en su aparición puedan ser vindicados por haber abandonado todo pecado y vencido por medio de la sangre purificadora de Cristo. Mediante la intercesión de Jesús la imagen de Dios se renueva en la mente, el corazón y el carácter. Mediante la sangre del unigénito Hijo de Dios podemos obtener redención. . .

Estamos en este mundo para honrar a Dios, y debemos apartarnos de toda estratagema que en cualquier forma pueda tentarnos a deshonrar a nuestro Redentor. En Cristo tenemos el Modelo de toda justicia. Se ha comprometido a ser nuestro Guía, nuestro Preservador, nuestro Gobernador. . .

Somos transgresores de la Ley de Dios. Nuestra única esperanza de salvación estaba en que Cristo tomara sobre sí la culpa de nuestros pecados, y soportara la penalidad de la transgresión en su propio cuerpo, sobre la cruz. Ofreció un sacrificio completo, y por la ofrenda de sí mismo hizo posible que vivamos en obediencia a los mandatos de Dios. . . Debemos llegar a ser sus súbditos leales, con una religión pura y no contaminada, dependiendo del gran principio único: "Por gracia sois salvos por medio de la fe". . . 

Ruego a todos que marchen y obren en el temor de Dios. Satanás está siempre tratando que las pobres almas que han perdido la orientación arriben a la firme determinación de actuar como les plazca. Debemos estar donde reflejemos la luz. . . La gracia de Dios es grande, y quienes traten de acercarse más y más a Cristo no serán vencidos. 
 Lo ganaremos todo si nos acercamos a Dios y nos humillamos delante de El. Al hacerlo, recordemos que somos herederos de Dios y coherederos con Cristo; que debemos ser partícipes de la naturaleza divina.

Digo a todos, que nadie albergue un pensamiento o sentimiento impío. El poder de la gracia de Cristo es maravilloso. Cuando el enemigo viene como río el Espíritu del Señor levanta bandera contra él en favor del creyente que confía. Oren, hermanos y hermanas, oren por ustedes mismos. El amor y la gracia de Cristo sobrepasan en mucho nuestras concepciones finitas. Rueguen -como si sus vidas físicas estuvieran en peligro- ser purificados de todo lo que contamina. Revístanse de Cristo en su comportamiento y muestren interés y amabilidad abnegados por las almas de todos. Debemos posesionarnos del tema del amor redentor y esforzarnos por conocer al Señor de tal manera que con sencillez podamos revelar su carácter (Carta 72, del 19 de febrero de 1906, dirigida al Hno. Farnsworth y Sra.). 63

(Alza tus Ojos de E. G. de White)

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