Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Efe. 6:12.
En el carácter de Cristo se nos presenta al Padre celestial. En El se descorre el velo que oculta la gloria de Dios de nuestros ojos. La Biblia nos presenta a Dios en su elevada y santa posición, no en estado de inactividad, ni en silencio y soledad, sino rodeado por diez mil veces diez mil, y miles de miles de inteligencias santas, cada una de las cuales espera para cumplir su voluntad y para tomar nota de toda acción mala hecha contra los que son propiedad de Dios. . .
Los que manifiestan tan poco interés en lo que ha sido comprado con la sangre de Cristo recuerden que el Señor los tratará a ellos en la misma forma indiferente como trataron a sus prójimos en sus tribulaciones. Cada acto de injusticia, de robo y opresión está escrito en los libros del cielo, Todo aquel que se aprovecha de seres humanos que han sido formados a la imagen de Dios, está cooperando con el gran enemigo de Dios y del hombre, y recibirá por todas esas obras el doble de la mano de Dios. La obra de Satanás está siendo impulsada constantemente con terrible espíritu de venganza, y los hombres participan con los ángeles malvados en la tarea de lastimar y herir a los que forman parte del pueblo de Dios. El Señor lo ve todo, El escucha los clamores de sus hijos.
Dios no ha ocultado a sus seguidores el plan de batalla. Ha presentado el gran conflicto delante de su pueblo y le ha hecho escuchar palabras de ánimo. Les ordena no entrar a la batalla sin contar el costo, mientras que al mismo tiempo les asegura que, si confían en El, no lucharán solos, sino que instrumentos sobrenaturales fortalecerán a los débiles para que lleguen a ser fuertes para enfrentar la vasta confederación del mal dispuesta contra ellos. Los señala ante el universo, y les asegura que seres santos están luchando contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Efe. 6:12.
Los hijos de Dios deben cooperar con toda la hueste invisible de luz. En sus filas hay más que ángeles; el Espíritu Santo, el representante del Capitán del ejército del Señor, desciende a dirigir la batalla. Nuestras debilidades pueden ser muchas, nuestros errores y pecados numerosos, pero el perdón está a disposición de todos aquellos que, con corazón contrito, confiesen y abandonen sus pecados. Se enviarán ángeles de luz a fin de otorgarles toda la ayuda que sea necesaria (Carta 102 A, del 9 de marzo de 1896, dirigida a O. A Tait, gerente de distribución de la Review and Herald en ese entonces). 81
(Alza tus Ojos de E. G. de White)
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