Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Mat. 28:18-20.
Las lecciones de la parábola de la viña y de los dos hijos se aplican a todos los que han tenido la luz de la verdad. . . La instrucción contenida en estas parábolas es de gran valor. Todos los que llevan responsabilidades, sean éstas grandes o pequeñas, debieran estudiar cuidadosamente esta instrucción. Dios espera fruto de su viña. Este fruto es el resultado del trabajo de sus obreros.
Cada alma que cree en Cristo tiene una obra que hacer para El. Ningún cristiano verdadero puede ser perezoso en este tiempo de tan solemne importancia. . .
¿Se han transformado ustedes en socios silenciosos?. . . Hay en nuestro mundo muchas grandes ciudades en las cuales la verdad todavía no se ha proclamado. ¿Por qué no ha de oír el mensaje evangélico para este tiempo el pueblo que está en ellas? ¿No los compró Cristo con su sangre?
¿No son ellos de tanto valor ante su vida como los que ya han percibido la verdad?
¿Deberán dejarse sin trabajar estas porciones de su viña, mientras que sobre otras partes se derraman bendiciones tan abundantemente que no son apreciadas?
La verdad no es estimada; no está siendo mezclada con fe por los que la escuchan,
y esto se debe a que no se levantan para dar a otros la luz que han recibido. . .
Las últimas palabras de Cristo a sus discípulos muestran la importancia que se coloca sobre la obra de esparcir la verdad. Justamente antes de su ascensión les dio la comisión: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mat. 28: 19, 20).
Cristo no confinó sus labores a un solo lugar. Leemos acerca de su obra: "Pero él les dijo: Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado. Y predicaba en las sinagogas de Galilea" (Luc. 4: 43, 44).
Ojalá todos los que tienen la luz de la verdad siguieran el ejemplo dejado por Cristo y no invirtieran el tiempo, la capacidad y los medios que Dios les ha dado en uno o dos lugares, cuando la luz de la verdad debe ir a todo el mundo. El maravilloso despliegue de gracia que se muestra en el mensaje evangélico debe ser llevado a todos los lugares.
(Carta 92, del 8 de abril de 1902, dirigida "A mis hermanos en posiciones de responsabilidad en la obra misionera médica"). 111 (Alza tus Ojos de E. G. de White)
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